Cómo Resguardar la Inocencia de los Niños

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Cuida y Protege de Tus Hijas e Hijos.

Entre la candidez propia de la infancia de nuestros hijos y el mundo real, están todos nuestros miedos. ¿Hasta qué punto se los tenemos que trasladar?

Como siempre, la pequeña me deja entre la ternura y la carcajada. En este caso se me sumó otra emoción: la duda acongojada.

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—Mamá, hoy Juana me dijo que la ayude a escaparse del colegio —me cuenta La Menor.

—Ah… ¿y qué hiciste? —le respondo aterrada.

—Le dije que no, que estaba mal, que no podíamos.

—Muy bien chiquita —contesto aliviada.

—Además, quizás salimos a la calle y alguien nos adopta —agrega ella.

El peligro de que la “adopten” es lo más suave que se me ocurría. Luego tenía una lista eterna de desgracias, tragedias, accidentes y maldades irremediables. ¿Pero se las tenía que enumerar? ¿Necesita una nena de ocho años conocer las zonas oscuras de las personas y del mundo que nos toca?

No era la primera vez que me tropezaba con ese titubeo. Ya nos había ocurrido cuando tomamos la compleja decisión de que La Mayor volviera del colegio sola en transporte público. El día previo a la primera vez, me escuché adoctrinándola como si en lugar de volver del colegio tuviera que atravesar un campo minado en una zona que acaba de declarar una guerra mundial. Pobre hija, casi que claudica en su lucha tenaz para conquistar libertades, para que la dejemos crecer. Por suerte la adolescencia es insolente, sino todavía yo seguía haciendo de conductora.

No es sencillo el equilibrio (qué novedad), pero sentimos que si no les contamos las dejamos sin herramientas para defenderse. Y algo de cierto hay en eso porque estas situaciones nos enfrentan a una penosa verdad: los padres no podemos cuidar a nuestros hijos de todos los males. Ni encerrándolos en una torre hasta la mayoría de edad. No hay modo. Pero está bueno recordar que las torres también te aislan de las cosas buenas y eso no es algo que podamos desearle a un hijo.

Creo que la verdad siempre es la mejor alternativa. Y que en este bendito tiempo lleno de información, la clave está en administrarla de acuerdo a la edad, para resolver las necesidades y como respuestas concretas a preguntas específicas. No hay que olvidar que los nenes no son tontos: nos escuchan hablar, conversan con sus amiguitos, leen la tapa del diario cuando pasan por el kiosco y navegan en internet. La actualidad muchas veces es un disparador oportuno para instalar un tema o al menos para aclararlo, que no es poca cosa.

Cada familia tiene además sus propias circunstancias. Y cada padre sus propios miedos (por no decir sus propios problemas), pero les dejo mi antídoto por si le sirve: no olvidemos recordarles el prodigio del mundo que nos envuelve y la capacidad transformadora que tenemos todos los que lo habitamos. Del otro lado de los miedos también hay maravilla y posibilidades.

Y, ya que estamos, reforcemos el temita de que podemos conversar todo lo que queremos, pero en ninguno de los casos está bien escaparse del colegio.

Fuente: DISNEY BABBLE.

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