¿Cuántas cosas reprimimos todos los días?. Guardamos sentimientos como alguien que esconde un tesoro robado, sin embargo, no robamos sentimientos, por lo tanto, no tiene sentido ocultarlos de forma tan dura. Puedes engañarte o engañar a muchas personas haciendo el papel de una persona agradable o decir mentiras para no herir a tal o cual persona. Puedes esconderte de todo el mundo, pero tu cuerpo siente y reacciona a la agresión que has cometido contra él.
Si continúas con esa relación que no soportas más, con esa rutina que te quita tu alegría, con esas amistades que no te hacen sentir bien, tu cuerpo sentirá estas emociones y, como una batería, se cargará y almacenará esos sentimientos, hasta que un día explotes como una bomba atómica. De niños, nos vemos obligados a reprimir las emociones. Muchos padres enseñan que llorar es signo de debilidad, la masturbación es un pecado, el sexo es vergonzoso y tomar algo de placer es de gente sin vergüenza.
Desde muy temprana edad, vamos siendo castrados en nuestros sentimientos y emociones, y cuando podemos tomar nuestras propias decisiones relacionado con la sociedad. Mantenemos nuestra rabia, nuestra ira evitando hacer lo que realmente queremos; no abrazamos a nuestros amigos, no los besamos por vergüenza, porque nos sentimos ridículos. La chica no abraza a otra chica por miedo a ser llamada “lesbiana”, el niño no abraza a otro niño porque tiene miedo de ser llamado “gay” y los homosexuales ocultan sus sentimientos por temor a ser rechazados por la familia y la sociedad.
Así vamos almacenando sentimientos que tienen que salir de alguna manera, y por lo general, todas las emociones se convierten en ira y/o tristeza, una sombra que se esconde detrás de tu figura aparente. Cuanto más tiempo se sufre en silencio, más enfermo se está. De hecho, al final de cuentas, el mayor perjudicado eres tú.
El punto medio entre la necesidad de expresión y el silencio
Sabemos que el silencio es sabio, y siempre es bueno pensar antes de hablar, sobretodo ante algunas palabras ignorantes. Antes de hacer un comentario fuera de lugar o ante una expresión inadecuada, siempre es mejor cerrar la boca y actuar con más inteligencia antes que habla sin pensar. Pero hay que encontrar un equilibrio entre el silencio y la defensa de nuestras necesidades: Silenciar nuestros sentimientos y nuestros pensamientos permiten a la persona que está delante de nosotros no saber que nos está haciendo daño, aunque esté superando algunos límites.
Nadie puede adivinar los pensamientos de los demás, por eso si no decimos lo que nos duele o no nos duele, las demás personas no lo sabrán. Hay silencios sabios y sabias palabras. Saber cuándo callar y cuándo hablar es, posiblemente, la mejor habilidad que podemos aprender a desarrollar.
No se trata, de ninguna manera, de estar siempre callado o de decir siempre lo que tenemos en mente. Los extremos nunca son buenos. Mantén el equilibrio, pero recuerda siempre que ocultar los sentimientos nos puede hacer daño. Si permites que otros invadan tu espacio personal, al final, serás como una marioneta guiada por otro.
Las palabras silenciadas se convierten en enfermedades psicosomáticas.
No te sorprenderás al saber que la mente y el cuerpo están íntimamente relacionados y conectados. La conexión es tan grande que los expertos advierten que casi el 40% de la población sufre o ha sufrido en su vida alguna enfermedad psicosomática.
El nerviosismo, por ejemplo, altera nuestras digestiones, causa diarrea o el clásico dolor de cabeza. Muchos herpes labiales son provocados por procesos de alto estrés, el nerviosismo y la fiebre. Así que guardar silencio todos los días e interiorizar lo que sentimos y lo que pensamos en nuestro cuerpo genera una gran carga de ansiedad.
Piensa en todas esas palabras que no quieres decirle a tus padres o a tus amigos para no herir sus sentimientos. Ellos actúan contigo pensando que están en lo correcto, cuando en realidad es todo lo contrario. ¿Por qué no le dices la verdad?. Todo eso al final resultará en enfermedades psicosomáticas, migrañas, hipertensión, fatiga crónica, etc..
Di en voz alta tus palabras: la clave para el arrebato emocional
No tengas miedo de escuchar tu propia voz, y mucho menos que otros también lo hagan. Es algo tan necesario como respirar, como comer o dormir. La comunicación emocional es ideal para nuestro día a día, para establecer relaciones más sanas con los demás, y, por supuesto, con nosotros mismos.
Consejos básicos para el éxito
Piensa que todo tiene un límite. Si no decimos en voz alta todo lo que pensamos y sentimos no estaremos actuando con dignidad, perdemos nuestra autoestima y el control de nuestra vida. En primer lugar, ten conciencia de lo que dices y lo que estás pensando.
Decir lo que piensas no es hacer daño a nadie. Significa informar a la otra persona de una realidad que debe saber.
No estar preocupado por la reacción de otras personas, no tengas miedo. Si te preocupas demasiado por lo que podría suceder, puedes prepararte antes de las posibles reacciones.
Piensa las palabras para decir en voz alta lo que sentimos y pensamos es en realidad la mejor forma de liberación emocional que hay.
Practica sabiamente y cuida de ti mismo.
Fuente: CONSEJOS DEL CONEJO.
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