Cuando usted llegó al mundo, comenzó a vivir su mapa de realidad con retos específicos, se enfrentó a ellos y aprendió del miedo. Algunos fueron superados rápidamente, y otros lo han seguido durante mucho tiempo, repitiéndose como una vieja película de la que continúa viendo el mismo final, pero con diferentes personajes y escenarios.
Algunos llaman a estos miedos patrones aprendidos, otros les llaman lecciones no comprendidas, y en otras culturas les llaman karma. Como sea que esto sea, trate siempre de no quedarse con sus mismos miedos. Busque nuevos, cierre los repasados. No se estanque en el mismo grado de la primaria de la vida, pase a lo siguiente, ábrase a los libros y a la gran enciclopedia personal que la vida tiene preparados para usted. Intente vencerse a sí mismo y no aprobar sólo la materia que ya pasó una vez.
No se quede en la seguridad falsa que le dan los miedos ya superados, elija experimentar desafíos que le son desconocidos para que extienda el perímetro de sus limitaciones, y sobre todo, para que no se aburra en la vida. Déjese de condenar a leer siempre el mismo capítulo y dele de beber al alma del néctar de lo inexplorado, porque esto de alguna manera es la fuente de la eterna juventud; tal vez el cuerpo envejezca más a causa de la mente repetida, que por sí mismo.
Si dejó de abrir sus alas que sea porque un nuevo fantasma se le postró enfrente, y no porque el viejo conocido monstruo del clóset hizo de las suyas. Sea más original y no pierda el tiempo en el miedo de todos, en los mismos temores del rebaño: que si el dinero, que si el desempleo, que si las deudas, que si la imagen, que si la soledad, que si las enfermedades en boca de todos; al menos por su derecho a la autenticidad, no sea parte de las estadísticas.
El malo por conocido es conocido por malo, ¿por qué no aprender más de lo bueno por conocer? Sea genuino, no vaya adoptando los miedos ajenos de las mentes miopes, brinque sus convencionalismos con esa parte suya que es visionaria y que ve donde nadie ve. El resentimiento, la ira, la amargura, tienen más tinte de un miedo replicado millones de veces, que de las sombras atemorizantes que parecen ser.
Por favor, no deje este mundo como llegó, al menos no con los mismos traumas, ni temores, ni sinsabores, invoque otros, escoja conscientemente tropezar con diferentes piedras, y elija marcharse con nuevas incógnitas, nuevas inquietudes, nuevos secretos por descubrir, y si le es posible, a tal grado que parezca que el que muere, es completamente distinto que el que nació, para que entonces su muerte, sea más un nacer.
Fuente: ANTONIO ESQUINCA
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