Nuestra Relación Con Nuestra Propia Energía Femenina y Masculina

Es Importante mantener el equilibrio de Nuestras Energías.

En nuestra civilización sin duda ha primado el poder de la mente y la racionalidad, la humanidad pasó a creer en Dios como una figura eminentemente masculina y lógica, y ahora no estoy ya hablando de la evidente defenestración ancestral de la mujer en la sociedad, sino de que en este paradigma mental/masculino, la energía interna femenina, tan necesaria para los dos sexos, quedó subordinado a la masculina no solo a nivel social como todos conocemos de sobra, sino también en los mundos internos emocionales de ambos sexos, en nuestras psiques, pasando a dominar la mente sobre el corazón, lo racional sobre lo intuitivo, por eso el Dios tradicional del Antiguo Testamento es una figura de autoridad patriarcal, dominador y hasta iracundo, sin duda solo producto de una proyección de la mente humana y el paradigma social reinante, relegando la energía femenina (no sólo a las mujeres sino también a la energía femenina), es decir al necesario aspecto femenino de la creación, a un segundo plano de menor categoría, cuando no a la degradación y al olvido. Esto ha creado sin duda tremendos desequilibrios en la consciencia humana y por supuesto en los bagajes emocionales tanto de los hombres como de las mujeres, e incluso del planeta que lo ha sufrido en la misma cuantía.

Quizás lo más sensato sea primero intentar analizar en que consiste la energía masculina y en qué la femenina, para que no confundamos las cosas y las mujeres aprendamos también a reconocer nuestra energía masculina y poder sin caer en los estereotipos que tanto se nos ha achacado cada vez que una mujer tenia carácter, tildándola de “hombruna” y “dominante”. En sentido contrario también les ha sucedido lo mismo a los hombres que necesitan empezar a perder el ancestral miedo a parecer “hombres débiles”, lo cual en muchos casos ha conducido simplemente a hombres castrados emocionalmente, y a mujeres desenpoderadas, o en su polo opuesto a auténticas “sargentos de varas”, causando una sociedad desequilibrada donde tanto la mujer, como la vital energía femenina ha sido vista como algo de menor rango, y donde las personas nos sentimos incompletas, intentando buscar fuera lo que en realidad solo pertenece a un ámbito de intendencia interna, ya que todos los seres poseemos y necesitamos igualmente integrar ambas energías para nuestra plenitud y felicidad, en una sociedad en la que las mujeres sepamos utilizar femeninamente nuestra energía masculina, y los hombres sepan a su vez usar masculinamente su energía femenina.

La polaridad masculina favorece todo lo que sea “activo”, y la femenina todo lo que sea “receptivo”, la energía masculina abre el surco y da la fuerza potencial a la semilla que la energía femenina transformará en el fruto. La energía masculina posee el poder de la acción y la femenina el de la transformación. La energía masculina es la fuerza del intelecto, y la femenina de la intuición que sabe encontrar el camino y ver mas allá, la masculina tiene la fuerza arrolladora de lo directo, y la femenina la profunda fuerza de lo sutil que penetra sin violencia. La femenina tiene los sueños, y la masculino los materializa, es la intuición de nuestra energía femenina la que ayuda a nuestra parte masculina a reconocer los anhelos que nos hacen vibrar, y la que sabe reconocer lo “aun no manifestado” para que nuestra energía masculina lo respalde con su energía de acción.

La energía femenina es la inspiración detrás de la creación, que es misión de la masculina dar forma en la acción, la energía femenina es la flexibilidad que nutre a la energía masculina proporcionándole el ingrediente para que no se pierda en la rigidez y la excesiva resistencia que le conducirían a la fragilidad.

Es esencial que restauremos el equilibrio de las dos energías en todos los campos, empezando por la política que esta predominantemente impregnada por la agresiva energía mental masculina cuya principal meta es ganar el poder para manipular la realidad, y lo mismo sucede con la religión occidental, que en muchos casos se ha convertido en un bastión de solitaria energía masculina frustrada, y en muchos casos degenerada, que no solo ha negado su puesto a la mujer y a la sexualidad, considerando a ambas de alguna manera pecaminosas, o en el mejor de los casos como un mal necesario y de rango secundario, sino también desterrando de sus paradigmas y procesos mentales todo lo que huela a cálida energía femenina, aferrándose a sus rígidos y sofocantes dogmas que tanto sufrimiento y desequilibrios han creado y siguen creando tanto en hombres como en mujeres.

Otro tanto sucede con la ciencia que a pesar de su histórico enfrentamiento con la religión, en una cosa si están unidas, y es en su mutua aversión por todo lo que huela a intuición o no pueda ser explicado por el pensamiento racional, costándole mucho saber abrirse al aspecto intuitivo y fluido de la energía femenina que conlleva la inspiración para saber imaginar lo aún no manifestado, lo aún no demostrable, el inmenso poder de la emoción y la intuición como fundamentales aspectos transformadores de la materia.

Necesitamos también de una vez por todas, desterrar los arcaicos arquetipos de “mujer dulce pero incapaz”, y “hombre fuerte pero insensible”, porque ellos nos han metido en el laberinto en el que andamos metidos del desequilibrio de ambas energías, considerando la energía femenina como débil y la masculina como la fuerte, cuando eso solo son versiones absolutamente miopes y torpes de todo el increíble esplendor de cada una de ellas, porque la auténtica sensibilidad inherente a la energía femenina, nada tiene que ver con la debilidad, de la misma manera que la fortaleza nada tiene que ver con la dureza, porque la auténtica fuerza es sensible y protectora ya que no tiene ninguna necesidad de atacar ni controlar.

Entonces, parece que si queremos no solo sobrevivir, sino vivir plenamente, ambos, tantos hombres como mujeres, necesitamos lo que podríamos llamar “la energía del poder del corazón”, que por supuesto no se refiere para nada a sensiblería ni a merenguito rosa, hablamos de “energía de la coherencia”, coherencia entre nuestra razón y nuestra intuición, entre el corazón y la cabeza, significa que tengamos la fuerza y la valentía suficiente para que nuestra mente se ponga al servicio de nuestro corazón en lugar de estar al servicio del miedo, saber pensar con el corazón, para que nuestra mente nos ayude a conseguir los sueños que provienen de nuestro corazón, (no de nuestro ego siempre necesitado de insaciable seguridad), para que nuestra energía masculina de acción, se ponga al servicio de nuestra energía femenina de intuición que conoce el camino a la autentica plenitud. Necesitamos urgentemente aprender a “escuchar” a nuestro corazón, y en su paso siguiente, además ser fieles a lo que escuchamos, logrando materializarlo, para que cada vez que hacemos una elección, esta se decante por lo que amamos y no por huir de lo que tememos, en resumidas cuentas, se trata de escoger entre el amor o el miedo, porque ambos no son compatibles, y tener el valor de escoger el amor sí es auténtica libertad y auténtica fortaleza, esa es la energía del corazón y de la coherencia a la que me refiero, el equilibrio entre nuestra energía femenina y masculina. Esto no es sólo una idea bonita pero utópica, los científicos, a raíz del famoso 9 de Septiembre, se dieron cuenta que la energía de la coherencia entre el corazón y el cerebro puede ser medida, y mide 0,10 Hertz. Este descubrimiento radical y revolucionario nos explica que cuando hay coherencia entre lo que sentimos y lo que pensamos, es decir cuando tenemos pensamientos coherentes con nuestra intuición y sentir profundo, generamos emociones basadas en el corazón, tales como gratitud, aprecio, amor, cuidado, y dichas emociones, como nos explica el físico Gregg Braden generan un campo magnético dentro de nosotros que dispara cerca de 1.400 cambios bioquímicos que propician procesos de rejuvenecimiento, y de elevación del nivel de la hormona endógena dadora de vida que refuerza nuestros sistemas inmunitarios y nos ayuda a pensar con mas claridad, volviéndonos menos agresivos etc.… frecuencia, que cuando es compartida por un gran número de personas, además conecta con el campo magnético de la tierra, que a su vez experimenta un cambio, que dependiendo del tipo de pensamientos coherentes o incoherentes será de naturaleza positiva o negativa, como todos conocemos de sobra.

De modo, que parece que mas nos vale en verdad comprometernos en esta noble tarea que nos solo conduce hacia nuestra propia plenitud personal, sino que conlleva un alcance que nos afectan a todos.

Nuestra sociedad predominantemente patriarcal, dominada sobre todo por la energía masculina, no necesita ser sustituida por la energía femenina, sino penetrada y fecundada tanto por ella, como por la influencia directa de la mujer y la clase de sabiduría que nosotras podemos aportar al mundo, y que este con tanta urgencia necesita. No sé quien decía que no hay nada mas poderoso que una idea a la que le ha llegado su momento histórico, y ahora es sin duda el momento para que ambas polaridades, por fin se miren con mutuo reconocimiento de igual rango, tanto a nivel personal de cada uno, como a nivel social, ya que una energía sin la otra pierde su complemento.

Necesitamos lograr que sus poderosas y diferentes cualidades se alíen, dando lugar “unidas” a la poderosa sinergia que siempre ha sido su destino común, y a toda la magia que su unión aportará a nuestros mundos personales, y al mundo exterior, un mundo en el que sabremos, cuando toca esperar y cuando actuar, cuando decir basta sin violencia, en el que nunca bajaremos la mirada ante la intimidación, pero tampoco olvidaremos la tolerancia, en el que sabremos cuando es el momento de hacer una caricia y cuando ser firme, como ser realista sin perder de vista nuestros sueños, como saber aguantar los caballos sin perder la esperanza, encomendando a la mente lo que es de su competencia y al corazón lo que es de la suya, cuando tolerar y cuando poner límites, cuando ser activos y cuando receptivos, cuando toca coger el pico y la pala y cuando toca sentarse y saber recibir, sabremos encontrar el necesario equilibrio entre saber dar y saber recibir, entre la espada y la compasión, entre la rebeldía y la dulzura, en una palabra, de nuevo la firme suavidad y la suave firmeza que nos enseña la energía del corazón, sabiendo mantener nuestras convicciones y ser independientes sin perder la suavidad, porque la suavidad es la fortaleza final, la rigidez y la dureza nos hace frágiles, sin embargo las cosas mas suaves y flexibles del mundo logran penetrar y oradar lo que se propongan.

La auténtica fuerza va siempre acompañada de la compasión, sabiendo perfectamente cuando toca utilizar cada una. La auténtica fuerza no esta nunca necesitada de usar ningún tipo de violencia, sabiendo pedir sin implorar, decidir con el corazón y llevarlo adelante con la cabeza, teniendo la valentía de ser fuertes y a la vez vulnerables, poniendo fin a una antigua lucha entre el hombre y la mujer, entra la energía masculina y femenina, logrando al fin una reconciliación que ambas polaridades desean y necesitan, celebrando y honrando el poder de cada energía, para por fin unirse en la increíble danza de la alegría y la creatividad, dando lugar a un poder único y unos dones ilimitados que solo pueden ser conseguida en armoniosa unión.

Cuantas mas personas busquemos este equilibrio en nuestro interior, mas completos nos sentiremos y mas capacitados estaremos de vivir relaciones armoniosas, y por supuesto también lo transpolaremos a la sociedad, en la que llegara un momento en que la masa crítica, por su propio peso se liberará de los viejos patrones de dominación, posesión y depredación en busca de una ilusoria seguridad que jamás será suficiente, como nos demuestra el momento histórico que vivimos, ya que las auténticas victorias, al igual que la auténtica seguridad sólo se pueden ganar en el corazón. Esto no es solo una frase bonita, sino una auténtica realidad, y como decía Bécquer “quien lo probó lo sabe”, y todo lo demás, es seguir en el ancestral camino de la ignorancia primordial, que nos provoca tanto miedo, tanta necesidad de control, tanta codicia, tan obsesionados por conseguir seguridad y poder como un mono con su banana.

La auténtica seguridad, como decíamos, solo puede ser conseguida en el corazón, en nuestro íntimo sentir y certeza interior resultante de el reconocimiento, la reconciliación, la unión, y la armonía de ambas energías en nosotros mismos, dando lugar a un nuevo paradigma social cuyo momento histórico ha llegado, el de la poderosa energía de la coherencia y la reconciliación de ambas energías y de ambos sexos.

Y para también describirlo de una manera clara y llana, como decíamos en el capitulo anterior, es muy evidente que ha llegado el momento en que los hombres tengan la valentía de atreverse por fin a sentir, y nosotras el valor de acceder por fin a todo nuestro poder, en toda su suave y firme plenitud femenina. Esto, tanto hombres como mujeres, solo lo podemos lograr tomando consciencia de la necesidad de conseguirlo, y con una total perseverancia y confianza en la increíble y poderosa inteligencia de nuestro corazón, que es quien nos marcara el camino.

Fuente: CIUDAD VIRTUAL DE LA GRAN HERMANDAD BLANCA

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