Ahora más que nunca los padres tienen la necesidad urgente de asumir la función de maestros espirituales de sus hijos. Las leyes del funcionamiento de la naturaleza no son confidenciales, son aplicables a todos y a todo.
Por lo tanto, comprender esas leyes no solamente es una forma de ayudar a unas cuantas personas, sino que es crucial para nuestra sociedad y hasta para la civilización. El buscador es un niño que ha pasado de necesitar el amor de sus padres a necesitar el de Dios, de desear juguetes a desear la creatividad infinita. Los niños han de saber desde el comienzo que el deseo es el impulso más básico de la naturaleza humana.
El título del artículo puede entenderse en sus dos formas, como que tenemos siete padres espirituales y por lo tanto siete leyes, o que los padres terrenales han de aplicar las siete leyes espirituales en la educación de sus hijos. En este artículo trataré de mostrarles a los padres la manera como sus hijos pueden realizar mejor sus deseos y alcanzar con éxito lo que quieran en la vida, y trataré de explicar los conceptos espirituales lo mejor posible para ponerlos al alcance de los niños.
SIETE PADRES
El padre de la raza. El Manú
El padre del globo.
El padre de la cadena.
El padre del sistema
El padre de la constelación
El padre de la galaxia:
El padre del Universo: El Único.
SIETE LEYES
1. La ley de vibración
2. La ley de cohesión
3. La ley de desintegración
4. La ley del control magnético
5. La ley de fijación
6. La ley del amor
7. La ley del sacrificio
La familia podría ser definida de la misma manera que se define a Dios en la Biblia: “es aquella en quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser” (Hechos 17, 28). La finalidad de la vida en familia es llevar al hijo a un punto de plena realización de total autoconciencia y de completo conocimiento. La religión como doctrina que sintetiza toda la cultura nos ha transmitido un modelo sagrado de familia: Padre, Hijo y Espíritu. María representa a la madre naturaleza, Jesús al hijo terrenal y José al padrino que contribuye a la formación de la personalidad moral de Jesús. La paternidad es la que hace posible la creación de un Estado, una empresa, una familia. La maternidad es la que hace posible la gestación de los seres. La fraternidad es la que hace posible el nacimiento de la conciencia, por la fusión entre el amor que ofrece la madre con la sabiduría que muestra el padre. Pueden mantener el horario fijo en el refrigerador, al lado del horario de clases, de manera que se vuelva habitual las relaciones con las leyes.
1. Ley de la potencialidad pura.
SOL
Dios es la luz, la biblia lo dice.
Dios es la luz, Pablo lo repite.
Dios es la luz, búscalo y verás:
en el capítulo 1, versículo 5,
PRIMERA DE JUAN
El día domingo decirles a los niños “Todo es posible”.
El domingo la familia se concentra en la idea de que cualquier cosa es posible. El terreno en el cual todo es posible es el espíritu; él es nuestra fuente. Cada quien lleva adentro la semilla de la creatividad, la cual puede brotar en cualquier dirección. Nada nos limita, salvo nosotros mismos, porque el aspecto más real de cada persona es su potencial ilimitado.
Al conectarnos con nuestra fuente activamos todas las posibilidades en la vida real. En la práctica esto implica destinar tiempo para experimentar el espacio silencioso de la conciencia pura. Es preciso enseñarles a los niños que el silencio es el hogar del espíritu. Todas las demás voces hablan fuerte, mientras que el espíritu se comunica sin emitir sonido alguno.
Estar en contacto con el terreno de todas las posibilidades implica que nosotros somos nuestro propio punto de referencia, es decir, que cuando buscamos orientación miramos hacia nuestro interior. La auto-referencia conduce a una realización del espíritu que no es posible a través del éxito material. La razón por la cual anhelamos el éxito es para cumplir nuestro potencial de felicidad y sabiduría, no sólo el de poseer cada vez más cosas. El domingo es un buen día para cimentar toda la semana sobre esas nociones.
Con los niños suele ser más eficaz utilizar el vocabulario del corazón que palabras abstractas como potencialidad. “Escucha a tu corazón, él sabe” es una buena forma de comenzar, junto con frases como: Pon el corazón en llegar a ser todo lo que puedes ser.
Cualquier cosa es posible en el corazón. Tú sabes con el corazón que las cosas saldrán de la mejor manera posible.
Si tu corazón es puro, podrás conseguir lo que desees. Independientemente de lo que parezca estar sucediendo a tu alrededor, sabrás con el corazón que podrás lograr lo que te propongas.
También es importante aclarar que corazón no es sinónimo de emociones. El corazón es un centro espiritual que contiene silencio y sabiduría. No hay duda de que el corazón es la fuente de las emociones más verdaderas, como el amor y la compasión, pero debemos tratar de que nuestros hijos identifiquen al corazón como el lugar donde reside el sentido del “yo soy”. Es la semilla de inspiración a partir de la cual fluyen todas las posibilidades; es nuestra conexión con el terreno del potencial puro. Toda persona que ha conocido el éxito lo siente en el fondo de su corazón.
Las tres actividades para el domingo son meditar, apreciar la belleza y la maravilla de la naturaleza y aprender a ver posibilidades nuevas en situaciones conocidas.
2. Ley del dar.
LUNAPorque dando es como recibo,
perdonando es como tú me perdonas.
SAN FRANCISCO DE ASIS
El día lunes decirles a los niños “Si deseas obtener algo, da eso mismo”.
En este día nos concentramos en las distintas maneras como podemos dar a los demás. Puesto que no hay dar sin recibir, completamos el ciclo tomando nota de ese aspecto también. Así, el dar aparece como una corriente en constante movimiento, la circulación de todo lo que hay en la creación. Crear algo implica tomar una semilla o una inspiración y darle vida. En el acto de dar, la semilla crece, los frutos se multiplican y la inspiración cobra forma.
En el plano espiritual, el éxito depende de atender a las leyes que gobiernan el funcionamiento de la naturaleza, y la ley del dar es una de las más valiosas. Muchos maestros espirituales han enseñado, como lo explica el yogui moderno Shivananda, que “dar es el secreto de la abundancia”. No hay misterio alguno en esto; siempre ha sido cierto que para obtener amor primero es preciso darlo, y que Dios da todo por amor. Cuando damos, demostramos comprender que el espíritu es la fuente de todos los dones.
No siempre es fácil resistir la tentación de tomar y acaparar muchas cosas. La razón de esa tendencia es la ignorancia de las leyes espirituales. A los niños les encanta dar y cuando comienzan a no hacerlo es porque están reflejando las actitudes que ven en los adultos. Aunque un adulto repita constantemente a su hijo cosas como: ‘Aprende a compartir”, “Sé bueno y dale un poco a tu hermanito”, “Sé buena y recibirás un premio”, podría estar comunicando al mismo tiempo, en un plano más profundo, su temor a la carencia y la escasez, y la necesidad de su ego de poseer y aferrarse a las cosas. Estas nociones, tan arraigadas en nuestro pensamiento, derrotan el espíritu de dar. Dedicar este día al espíritu de dar es mucho más importante que aquello que usted da en términos materiales.
Salvo para los más pequeños, el lunes es día de asistir a la escuela, de manera que es necesario hablar de la ley del dar a la hora del desayuno y de la cena. En la mañana establecemos el programa del día; durante la cena compartimos lo que hayamos logrado y aprendido. Lo mismo se aplica a todas las demás leyes que se practican durante la semana escolar. (Vale la pena recordar que los minutos de silencio que se practican el domingo se deben repetir todos los días, durante los momentos de la mañana y la tarde que usted destina a su meditación.)
Las tres actividades para el lunes consisten en dar algo a otra persona de la familia, recibir con gratitud y realizar un breve ritual de gratitud.
3. Ley del karma.
El martes decirles a los niños “Cuando haces una elección, cambias el futuro”.
He encerrado la palabra “karma” entre comillas por tratarse de un término especializado, pero en realidad “karma” es todo lo relacionado con el fenómeno causa-efecto. Todos los días se presentan en la vida de los niños preguntas tales como “¿Por qué debo elegir esto en lugar de aquello?” o “¿Qué sucederá si manejo el problema de esta manera en lugar de aquélla?” Nuestros hijos deben saber que toda decisión que tomen creará resultados buenos o malos para ellos —en otras palabras, cada decisión cambia el futuro. En términos vulgares, el karma suele entenderse como el hecho de atraer premios por las buenas acciones y castigo por las malas. Los padres lo traducen en un sistema de premio y castigo, pero sin enseñar lo más esencial: que la naturaleza misma se ocupa de este asunto.
La gente suele decir con cinismo que “la vida es injusta”, cuando en realidad es todo lo contrario desde el punto de vista del karma-la vida es completamente justa. Pero la vida funciona en planos muy profundos y ocultos, y los efectos pueden ser resultado de causas de niveles diferentes. No es cosa nuestra juzgar el resultado que una acción merece sino observar atentamente la forma como funciona la relación causa y efecto para luego adaptar nuestro comportamiento de acuerdo con ella.
Aquí las siete leyes espirituales parecen entrar en conflicto con la opinión generalizada, puesto que la ley del karma dice que no existen la injusticia, los accidentes ni las víctimas -que todas las cosas se ordenan conforme a un ineludible sistema cósmico de causa y efecto. Karma no es fatalismo; no establece que la gente tenga que sufrir, sino que el libre albedrío es absoluto. No hay un poder divino que nos proteja de las malas decisiones, como tampoco hay una cláusula de escape que anule la ley universal según la cual “cosechamos lo que sembramos”.
Así, el karma implica conciencia en varios campos: observar la forma como se toman las decisiones, evaluar su resultado Y oír al corazón, ese sitio donde sutiles señales emocionales nos indican si hemos obrado bien o mal. Todas estas estrategias se pueden comunicar a los hijos al enseñarles a elegir. Hacer elecciones, con toda su complejidad es un elemento fundamental del éxito en la vida, puesto que éxito no es más que el nombre que damos a los resultados favorables que deseamos obtener a través de nuestras acciones
Todas las actividades para el día martes se centran en hablar acerca de las decisiones —la manera de tomarlas, la forma como modifican la vida, los resultados que esperamos obtener al optar por un camino u otro.
4. Ley del menor esfuerzo.
Deja que tus sueños sean olas que se van,
libres como el viento en mitad del mar.
SUEÑOS
El día miércoles decirles a los niños “No te resistas, sigue la corriente”.
La ley del menor esfuerzo nos pide que reconozcamos la frescura de la vida permitiendo su libre desenvolvimiento. Nos dice que debemos vivir el momento, buscar la ayuda de la naturaleza y dejar de culpar a los demás o a las cosas externas. En su fluir, la inteligencia activa organiza los millones y millones de detalles que sostienen la vida —desde los infinitos procesos requeridos para mantener viva a una célula, hasta las enormes complejidades del universo en evolución. Al conectarnos con el espíritu, navegamos con el poder organizador del cosmos y lo aprovechamos.
Sin embargo, para muchos adultos el concepto del menor esfuerzo es difícil. Aunque nuestra tecnología busca constantemente maneras de ahorrar trabajo con máquinas más eficientes, traducir eso al plano humano no es fácil. El mayor obstáculo es nuestra ética del trabajo, según la cual el mayor esfuerzo trae más recompensas.
Aunque para nosotros es muy difícil ir con la corriente, para el niño es algo muy natural. Es mínima la instrucción que requieren los niños en este sentido antes de los seis años, puesto que los pequeños siempre toman el camino de menor resistencia —estiran la mano para tomar lo que desean, dicen lo que tienen que decir, expresan la emoción de cada momento. Además, su actividad principal no es el trabajo sino el juego. A los mayores se les pueden enseñar ideas relacionadas como no oponer resistencia, no estar a la defensiva y asumir responsabilidad por la manera como elegimos trabajar. El menor esfuerzo tiene relación con la ley de la palanca (el punto de apoyo) y esto a su vez, con la eficiencia.
La aceptación es un concepto clave porque cada vez que oponemos resistencia desperdiciamos gran cantidad de esfuerzo. La indefensión, o el no estar a la defensiva, es una actitud relacionada con la aceptación, porque el hecho de tener que defender nuestro punto de vista crea conflicto y caos, los cuales representan un desperdicio enorme de energía.
Así, la ley del menor esfuerzo nos aporta la fe y la paciencia. A todos nos han enseñado que el camino del éxito está sembrado de luchas y batallas. En realidad, es mucho más importante tener fe en nuestros deseos. Si creemos que los demás existen para cerrarnos el camino a la realización de nuestros deseos, no tenemos otra salida que estar constantemente a la defensiva. Por tanto, es de gran valor enseñarles a nuestros hijos que existe un poder que otorga nuestros deseos, el cual está mucho más allá del poder de las otras personas.
El tercer elemento en la ley del menor esfuerzo es la responsabilidad. A los niños se les debe enseñar también que el éxito y la realización vienen de adentro y que lo único que importa es el interior. Todos somos responsables por lo que sentimos, lo que deseamos y la forma como enfrentamos los desafíos de la vida. La manera de cumplir la más elevada de las responsabilidades no es trabajar hasta el cansancio, sino realizar el trabajo del espíritu con una actitud de alegría y creatividad. Ésta es la única manera de hacer posible una vida sin lucha.
Las tres actividades para el día miércoles consisten en encontrar diversión en una actividad, reducir el trabajo e identificar formas como la naturaleza nos ayuda.
5. Ley de la intención.
EURO
Tu instinto natural es vencer a tu rival.
Tienes que pelear por una estrella
Consigue con honor la copa del valor
Para sobrevivir y luchar por ella.
Canta Ricky Martin.
El día jueves decirles a los niños “Cada vez que deseas algo, siembras una semilla”.
La esencia del éxito es hacer realidad los deseos y esto es algo que todos aprendimos a hacer en la infancia. El deseo es un asunto complejo. Plantea interrogantes ocultos sobre lo que merecemos, cuan buenos somos en realidad, o si
Dios desea el éxito para nosotros, etc. Realmente son tantos los interrogantes que ningún padre puede aclararlos todos de antemano. El éxito y el fracaso son experiencias extremadamente personales por su relación íntima con lo que cada quien cree ser en el fondo del alma.
Por lo tanto, como padres debemos tratar de establecer una base firme de autoestima en nuestros hijos, para que puedan enfrentar las innumerables experiencias de éxito y fracaso que tendrán mientras crecen. En el plano espiritual, el deseo nunca es negativo; nacimos como criaturas de deseo. Sin él, no quemamos crecer. Otras criaturas no necesitan desear crecer, porque en ellas el proceso es genético; pero para nosotros los humanos, el deseo de crecer empuja a la mente hacia la fuente de amor, paz y poder infinito, que constituye la meta misma de la vida.
Los niños deben aprender que el deseo es el camino hacia Dios, y que la intención es su principal herramienta para recorrer ese camino. Lo que anhelamos determina lo que obtenemos. Aunque parezca paradójico, es necesario tener una visión del futuro a fin de que el futuro pueda sorprendernos, porque sin visiones, la vida se estanca en el ritual y la repetición. Un futuro que sencillamente repite el presente jamás será fuente de asombro.
El proceso espiritual por el cual el deseo se hace realidad no es tan espontáneo como el deseo mismo. Es un proceso que debe enseñarse. La ausencia de éxito en la vida se debe principalmente a la confusión mental. Por ejemplo, no percibimos cuan contradictorios son nuestros deseos y cómo nos llevan a enviar mensajes confusos al universo.
Una persona que desea riqueza sin querer aceptar responsabilidad alguna, básicamente está enviando información contradictoria al computador cósmico, y por lo general no se da cuenta de ello. Dos deseos coexisten en esa persona: “Quiero ser rica” y “No quiero ver mi situación como es en realidad”. La falta de conciencia la lleva entonces a culpar de su fracaso a alguien más o a las circunstancias, cuando en realidad la naturaleza le ha concedido ambos deseos. Lo que sucede es que los deseos son débiles, borrosos y contradictorios entre sí.
Ser conscientes de lo que deseamos es un paso tan obvio y primordial en el proceso de desear que es sorprendente ver cuánta gente no lo es. Los niños tienen muchos niveles de deseo de los cuales es posible no hayan tomado conciencia, y lo mismo sucede con los adultos. Los deseos no siempre se manifiestan claramente y rara vez lo hacen de manera individual; siempre están mezcladas libremente con la fantasía, los sueños y la proyección.
Además, desear es un proceso que viene en ondas continuas que se superponen una sobre otra. Todos nos dedicamos a realizar deseos grandes que tardan meses y años en cumplirse, al mismo tiempo que trabajamos sobre deseos más pequeños que toman días, horas o minutos.
Cuanto más concretos con respecto a sus intenciones aprendan a ser los niños, más fácil les será ordenar su vida, puesto que el orden comienza en la mente.
Las tres actividades del día jueves se centran en aclarar la mecánica del deseo: enumerar o enunciar los deseos de la manera más específica posible, liberar los deseos al universo, con plena confianza en que la mecánica de la creación generará un resultado, y permanecer alerta al momento presente, que es donde ocurren todos los resultados.
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6. Ley del desapego.
Dios es amor, la biblia lo dice.
Dios es amor Pablo lo repite.
Dios es amor, búscalo y verás:
en el capítulo 4, versículo 8,
PRIMERA DE JUAN.
El día viernes decirles a los niños “Disfruta el viaje”.
“Disfrutar el viaje” es una forma positiva de expresar una idea no muy popular en nuestra sociedad. Las palabras tienen valores diferentes en las distintas culturas y no hay mejor ejemplo de ello que el término desapego. Durante miles de años, especialmente en Oriente, el desapego ha sido un término positivo cuya connotación es la capacidad para encontrar la felicidad más allá del juego del placer y el dolor. Pero en Occidente, nuestra fijación intensa por realizar metas materiales le ha impuesto una connotación negativa a la palabra, asociándola con la indiferencia, la apatía y la falta de compromiso.
No hay duda de que la actitud oriental puede degenerar en fatalismo y falta de iniciativa, pero en su significado puro el desapego implica un compromiso y una creatividad inmensos, sólo que renunciando al resultado. Los dos componentes son necesarios para la felicidad: el compromiso intenso nos deja la felicidad de utilizar la creatividad; la renuncia es la forma de reconocer que todos los resultados dependen del universo y no de nuestro ego limitado.
El hombre sabio vive desprendido del drama del mundo material porque tiene la atención puesta en la fuente en la cual se originan todas las dualidades de luz y oscuridad, bien y mal, placer y dolor.
No es fácil enseñar el principio del desapego debido a que es muy contrario a nuestra cultura. Pero podemos comenzar por enseñar lo que no es desapego.
No es desapego manifestar falta de interés. No es desapego decir que algo no es responsabilidad nuestra cuando sí lo es. No es desapego hacer caso omiso de las necesidades y los sentimientos de los demás. No es desapego buscar ser siempre el número uno.
Enseñarles a los niños a evitar esas actitudes es una buena manera de iniciarlos en el camino del desapego. La mayor parte del tiempo, sentimos la tentación de apegarnos a algo, y en esas situaciones siempre está de por medio el “yo” y “lo mío”. La actitud de aferramos a nuestras cosas, nuestro trabajo, nuestras opiniones, nuestro orgullo, etc., es producto del temor. Tememos que el universo sea frío e indiferente y por eso concentramos toda nuestra energía alrededor de ese “yo” que supuestamente nos debe proteger.
Sin embargo, esa contracción del ego impide precisamente la libre expansión a través de la cual encontramos la conexión con el espíritu. Es lo que suele describirse como la diferencia entre el yo y el Yo. El yo es el ego aislado que se aferra a su pequeña realidad; el Yo es el espíritu sin límites que puede darse el lujo de no aferrarse a nada. Desapego significa que “vivimos del Yo” en lugar de “en el yo”.
La infancia es la etapa crítica para aprender acerca del Yo, puesto que es el período durante el cual comienzan a desarrollarse el ego y todas sus necesidades y temores. Cuando un niño sucumbe al ego, cae presa de la ilusión total del “yo, mi y mío”, de la cual le será difícil y doloroso desprenderse al llegar a la edad adulta.
El ego debe temperarse con la noción de que el “yo” no necesariamente significa ego; la “yo-idad” puede ser una sensación de unidad con el terreno de todas las posibilidades o lo que se ha dado en llamar el ego cósmico. Así, al enseñarles el desapego, invitamos a nuestros hijos a unirse con nosotros en la danza cósmica.
El desapego es el punto de vista que nos permite disfrutar del viaje de la vida. Ese goce es básico para el éxito.
Las tres actividades para el viernes implican ver el mundo con mayor desapego a través de lo siguiente: reconocer que el “verdadero yo” es espiritual, aceptar que la incertidumbre es inevitable y que no debe ser objeto de temor, y aprender a encontrar el equilibrio en las pérdidas y las ganancias.
7. Ley del dharma.
Yo tengo un motivo para mis cosas,
yo tengo un motivo y una razón.
Te quiero mi vida porque eres hermosa,
la misma linda rosa de la creación.
MOTIVO Y RAZÓN
El día sábado decirles a los niños “Estás aquí por una razón”.
Dharma es una palabra en sánscrito que significa varias cosas: deber, propósito y ley En cierto sentido, el día del dharma es el día de la ley la culminación de toda una semana dedicada a las leyes espirituales. Este día reflexionamos sobre qué tan bien hemos cumplido la ley espiritual, cuan sintonizada está realmente nuestra existencia con la armonía del universo.
Hoy les recordamos a nuestros hijos que están aquí por una razón. La ley espiritual está para servirnos, como nosotros estamos para servirla. La ley nos sirve al demostrarnos que la felicidad duradera y la realización son posibles, en realidad inevitables. Hay un propósito oculto que trabaja en pro de nuestra evolución en cada suceso, cada actuación, cada pensamiento. La meta más elevada en la vida es encontrar ese propósito y vivir de conformidad con él.
El día de hoy medimos nuestro éxito de acuerdo con la plenitud de la semana, la tranquilidad y las oportunidades que nos ha traído, las nuevas oportunidades y los nuevos conocimientos de los que nos hemos percatado. Entonces proyectamos todo esto en nuestros hijos. La noción de que la vida es injusta parece válida únicamente en la medida en que experimentamos el desamor de los demás, quienes no siempre están en capacidad de compartir los niveles más elevados de la conciencia que el espíritu trata de inspirar.
El propósito se activa únicamente cuando hay receptividad. La conciencia es la clave para lograr lo que el universo tiene planeado para nosotros. La familia es el entorno propicio para reforzar que la vida siempre es justa. El dharma nos lo garantiza a través de la fuerza de la ley espiritual. Decir que la vida es injusta implica que es aleatoria, vacía, caprichosa y peligrosa.
En otras palabras, que carece de leyes espirituales. Así, este día se pueden contrarrestar todas esas impresiones demostrando cuan justa es en efecto la vida y que lo que la hace justa es el hecho de tener libre albedrío para expresarnos con cada onza de poder creador que tenemos a nuestra disposición.
Las tres actividades para el sábado se centran en el propósito de la vida a medida que ésta se despliega ante los niños. Preguntémosles a nuestros hijos: “¿En qué punto estás ahora mismo?”, resaltemos que cada uno de ellos es único.
Fuente: CIUDAD VIRTUAL DE LA GRAN HERMANDAD BLANCA.
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