La creencia en la reencarnación con lleva el planteo de determinadas y puntuales cuestiones.
En primer término se hace necesario creer en la existencia del Alma, y considerarla como una entidad casi autónoma, que podría existir sin el cuerpo o fuera de él.
De esto se deduciría una supervivencia después de la vida sobre la Tierra y tras la existencia corporal.
Para algunas religiones, la católica por ejemplo, también implica creer en un lugar donde el alma prosigue su evolución, donde se encuentra a la espera de un paso hacia el cielo o el infierno (el purgatorio), que hoy sabemos que es metafórico, pero no menos importante a la hora de pensar en una trascendencia del alma, pues si bien la religión católica no cree en la reencarnación sí habla de una vida del alma luego de la vida carnal, y de un paso previo (purgatorio) a la evolución más alta que sería metafóricamente llamada cielo o bien el pagar todos los errores en un lugar de oscuridad y castigo, que sería el infierno.
A continuación, se hace necesaria la creencia en un principio según el cual, en la vida fetal o en el momento del nacimiento, se produce un fenómeno que favorecería el ingreso del alma a un cuerpo para darle vida, es decir, para animarlo.
De este modo, ya que todo esto debe tener un sentido, podría hablarse sobre un destino del alma, planteando la posibilidad que tendría el alma reencarnada de traer una determinada misión y de realizar una tarea determinada o someterse pruebas que le permitirán acceder a un nivel superior de conciencia.
Luego, de todo lo expuesto anteriormente podría afirmarse que:
El alma es una realidad y sobrevive después de la muerte del cuerpo físico y fuera de él.
Existe una especie de estadio o plano de espera, lo que en la religión católica se llamaría purgatorio, que es un lugar no físico, sino una dimensión adonde van las almas que han dejado el cuerpo físico y donde se preparan para una nueva reencarnación.
Dependiendo del grado de evolución espiritual del alma, será el tiempo que deba transcurrir hasta su próxima encarnación, o bien hasta el paso a dimensiones superiores, esto último para religiones como la católica que no creen en la reencarnación.
Se cree que las almas muy elevadas, de seres que han venido a la tierra por un tiempo breve, niños, jóvenes, seres que se van de este plano muy rápidamente, casi no deben quedarse en esta estancia pues son almas que ya han vivido muchas vidas y solo vienen por períodos breves a la vida terrenal, al plano de tercera dimensión.
Aquí podría detenerme a dar muchísimos ejemplos, de casos que he conocido y me han tocado de cerca muy profundamente, en los cuales se puede ver claramente ejemplificado este punto, dado que la misión de es tas almas que han partido a una edad tan temprana, evidentemente era la de brindar a los seres con quienes entraron en contacto en este plano, una enseñanza, un ejemplo de vida, bendecirlos especialmente.
Desearía hacer en este punto un alto especial, y detenerme para que, quien esté leyendo pueda comprender y aceptar, aunque sé que esto es muy difícil, porqué un ser querido, alguien a quien amamos, puede partir tan tempranamente y que esto no es un castigo del cielo, una maldición ni algo que debería destrozar las vidas de quienes quedan.
Por el contrario, esto podría verse más como una bendición, aunque es lógico que esto sea muy difícil de aceptar y menos aún de sentir, pues esa persona que antes de encarnar en este plano ha decidido venir por tan breve tiempo, realmente ha sido un ser valiente, y que ha traído muchísimo para enseñarnos, aun cuando haya sido un bebé que vivió unas horas, meses o un niño o joven que ha vivido pocos años.
Si se mira hacia atrás, en retrospectiva, con una mirada más calmada y alejada de las primeras emociones e inmenso dolor que traen aparejadas estas partidas se puede observar lo mucho que se ha crecido a partir de ello, aun cuando sea tan incomprensible, duro y difícil de aceptar.
Por favor, pido que no tomen estas palabras a la ligera, ni desde una óptica de esta dimensión terrenal, pues no lo entenderían y hasta pensarían que estoy blasfemando, como algunas personas piensan de quienes hablamos así sobre estos temas.
Sepan ante todo que me inclino con sumo respeto y reverencia ante aquellas almas que quedan tan doloridas luego de atravesar por estas situaciones muchas veces, la mayoría, inevitables y a los ojos humanos injustas.
He sido testigo de muchas de estas situaciones porque me han consultado muchas personas por seres queridos que han partido, ya sea hijos pequeños, niños, adolescentes, bebés recién nacidos, parejas, y es realmente difícil dar respuestas a personas que confían en que les pueda decir algo que alivie tanto dolor.
Desde la óptica de la reencarnación, sin embargo, muchas circunstancias que puedan parecer a simple vista trágicas se presentan como bendiciones que nos permiten crecer y evolucionar, por ello suceden a veces tragedias inexplicables en el seno de familias que de pronto a raíz de una pérdida repentina de un pequeño o de un joven, han sido luego bendecidos como fruto de ese dolor.
Parece muy duro si lo tomamos sin la profundidad que este tema merece, liviana y banalmente como a veces puede ser tratado este tema, pero si hemos pasado por algo así, podremos apreciar mucho mejor esto que estoy explicando.
La justicia divina es perfecta, no hay mácula en ella, todo está perfectamente balanceado en el mundo y más allá de lo que humanamente podemos ver existe la armonía y el equilibrio. Todo sucede por una razón.
Cuesta admitirlo, lo sé y como dije antes me ha tocado desde mi profesión, ayudar o intentarlo al menos, a muchos que han perdido a sus seres queridos súbitamente, repentinamente, sin previo aviso, o bien, haber visto sufrir a un hijo joven, sin poder hacer nada, y a la vez habiéndolo dado todo, aparentemente sin resultados positivos.
Sin embargo, y aunque parezca mentira, estas personas han sido agradecidas a estas enseñanzas, pues este conocimiento les ha dado la posibilidad de creer, de tener más fe, y, a pesar de estar en un principio “enojados” con Dios, los Ángeles y todos los Seres de Luz que en mis enseñanzas he transmitido como creencias o en quienes ellos hayan creído antes, luego, han comprendido y han aceptado estos acontecimientos como una verdadera y pura bendición en sus vidas.
Fuente: CIUDAD VIRTUAL DE LA GRAN HERMANDAD BLANCA.
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