Definitivamente pocas cosas pueden compararse a la energía que genera un buen abrazo, esta sencilla demostración de afecto puede rescatar a cualquier persona de una penosa situación. A través de él no es necesario emitir palabra alguna, solo se transmite un calor humano que es muchas veces suficiente para aliviar cualquier sufrimiento, así sea de forma momentánea un abrazo nos rescata, nos fortalece, nos susurra que no estamos solos y que contamos con personas que nos aprecian, nos cuidan y van por nuestro camino aportándonos el apoyo que necesitamos en los momentos clave.
Físicamente tanto para quien da o recibe un abrazo se producen muchos efectos físicos, entre ellos una explosión hormonal tiene lugar, al abrazar no sólo segregamos oxitocina (hormona del apego), también se libera serotonina (hormona de la felicidad) y dopamina (hormona del placer y del sueño), generando de forma instantánea una sensación de bienestar y tranquilidad.
Dentro de la lista de beneficios que nos brinda algo tan sencillo y natural como lo es el abrazo, me encanta destacar que produce calma y sosiego a nuestro niño interior, lo cual resulta muy terapéutico, puesto que la mayoría de nuestros miedos, inseguridades, frustraciones, sensaciones de rechazo, se relacionan directamente con nuestro niño interior, y cualquier acción que nos ayude a sanar heridas emocionales y a consolar a esa parte de nosotros es de suma importancia.
Los abrazos también fortalecen la autoestima, la comunicación, el desbloqueo físico y mental… A través de ellos se devuelve la ilusión, la alegría, se estimula la gratitud y sirve de mecanismo de rescate ante la sensación de soledad, de desolación y de aislamiento. Además es un excelente ansiolítico que podemos utilizar sin receta médica para calmarnos o para combatir el insomnio.
Ya hemos visto algunos de los beneficios que nos aporta ese sencillo contacto físico, intuitivamente y a través de la experiencia seguramente hemos podido notarlos, al menos notar la recarga que se produce a través del abrazo, que mágicamente reconforta, y aunque no nos puede eliminar las fuentes de dolor o cambiar las realidades, sencillamente nos dice que todo pasará y que durante ese tránsito podremos dividir nuestras penas con quienes nos quieren y al menos durante ese abrazo el tiempo se detiene, todo se torna más suave, más llevadero y nuestra tristeza se debilita.
Cada vez que lo consideres oportuno da ese abrazo que reconforte a quien te importa, a través de él le transmitirás la fuerza de tu espíritu que está dispuesto a acompañarle, apoyarle y cuidarle en cualquiera de sus tránsitos… Y nunca te cohíbas de recibir un abrazo, por lo general los que nos rodean saben cuándo exactamente necesitamos ese rescate que nos fortalezca y nos haga ver las situaciones desde la compañía y la solidaridad.
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