Para Albert Einstein lo único verdaderamente importante era la intuición. No es magia ni embrujo, sino esa sutil capacidad que nos hace inclinar la balanza hacia un lado, ella quien en poco más de dos segundos nos permite valorar si una persona es de fiar o no. La intuición es el lenguaje del alma guiada por el sendero de la experiencia inconsciente escondida en nuestro cerebro.
A pesar de que existe mucha bibliografía que enmaraña el sentido más psicológico, puro e interesante de la intuición, te interesará saber que es un tema muy estudiado y analizado por la ciencia. Tanto es así, que Howard Gardner, notable especialista en las teorías de la mente, nos habla de la necesidad de desarrollar un tipo de inteligencia intuitiva, con la que ser más receptivos a nuestro mundo interior.
Si por algo ha interesado desde siempre el estudio de la intuición, es por ser esa estrategia que guía gran parte de nuestras decisiones cotidianas. Tomar un camino y no otro, desconfiar de alguien, declinar una oferta de trabajo, aceptar un proyecto… Hay quien medita mucho las cosas, otros, en cambio, se dejan llevar por ella: por la intuición.
Te invitamos a saber más cosas sobre esta interesante dimensión psicológica.
La intuición: el sendero del inconsciente al mundo consciente
Nadie puede garantizarnos que por seguir nuestra intuición vayamos a tomar las decisiones más exitosas. No obstante, lo que sí conseguiremos es un aspecto igual de importante: actuar de acuerdo a nuestras esencias, valores, emociones y valoraciones obtenidas de acuerdo a nuestras experiencias previas. Daremos un paso con adecuado equilibrio interior.
Uno de los máximos entendidos en esta materia es el sociólogo y ensayista Malcolm Galdwell. A través de sus muchos estudios nos demuestra cómo agentes de bolsa, médicos, psicólogos, publicistas, mecánicos o amas de casa son capaces tomar decisiones acertadas en muy pocos segundos. ¿Estamos entonces ante un tipo de poder que va más allá de las capacidades psíquicas ordinarias? En absoluto, te lo explicamos a continuación.
Características esenciales de la intuición
La intuición forma parte de lo que se conoce como “inconsciente adaptativo”. Cada cosa aprendida, sentida, interiorizada, pensada y experimentada crea un poso de sabiduría única y particular que nos define. Es nuestra esencia, es un “capital mental” que usamos casi sin darnos cuenta cada día.
El poder de la persona intuitiva reside en saber usar este capital como canalizador. El buen intuitivo sabrá separar todas las ramas del bosque para encontrar el camino en medio de la encrucijada. Porque decidir es al fin y al cabo el arte de descartar, y lo creamos o no, la intuición es una herramienta formidable.
Cómo desarrollar nuestra inteligencia intuitiva
Antes de saber cómo podemos potenciar nuestra inteligencia intuitiva, es posible que te preguntes por qué deberíamos hacerlo y qué utilidad tiene. Bien, para ello hemos de recordar cómo funciona la inteligencia tradicional, es decir, mediante la reflexión y el procesamiento más lógico.
Gracias a Howard Gardner sabemos que existen muchos más tipos de inteligencia y que todas son igual de útiles. La inteligencia intuitiva, por su parte, nos va a permitir aflorar nuestra conciencia y nuestras emociones para poder tomar decisiones más rápidas, o al menos, permitirnos disponer de ese otro tipo de información “más íntima” para poder contrastarla con un punto de vista más racional o convergente.
Claves para desarrollar la inteligencia intuitiva
La intuición se siente más que se piensa. Por ello, es necesario saber escuchar nuestras emociones, entender qué acontece en nuestro mundo interior para encontrar la calma y el equilibrio.
Daniel Goleman, por ejemplo, nos recomienda que una vez controlemos y entendamos nuestras emociones, nos permitamos pensar en Zen (think Zen) que no es otra cosa más que alcanzar un estado mental de calma profunda para ser más receptivos a nuestro interior y a su vez, al entorno.
Los mensajes que suele enviar la intuición son a veces algo complejos: sensaciones, formas, palabras… Es tarea nuestra saber interpretarlas. Cuanta más libertad demos a nuestra mente, sin prejuicios o barreras, más aflorará nuestra intuición.
Para concluir, la inteligencia intuitiva puede entrenarse cada día siempre y cuando nos permitamos ser más libres de pensamiento y, a la vez, receptivos a nuestras emociones. La intuición no es solo cosa de mujeres, todos disponemos de esas ráfagas de luz mental, de esas corazonadas que nos guían hacia un opción muy concreta que al final, puede ser la acertada. Vale la pena dejarnos guiar por ellas, por ese lenguaje tan especial…
Fuente: RINCON DEL TIBET.
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