Este artículo va dirigido a todos los padres de hijas mujeres. ¡Y también a las madres, para que se lo reenvíen a ellos!
Les escribo a todos los papás de hijas mujeres para que comprendan lo importante que son para ellas desde el instante en que nacen y por siempre. ¡Lo digo como experiencia de una hija a quien su papá le enseñó a vivir y a ser feliz!
¡Mamá, tengo miedo!
Querido papá, para tu hija eres su primer amor. Su primer gran amor. Eres quien le enseña a sentirse especial para otro y a valorar ese sentirse especial. Y probablemente con esta experiencia en su memoria busque el día de mañana a su compañero de vida (¡con quien no va a reemplazarte, aunque si a compararte!). Sí, así de importante es este primer vínculo contigo. Citando a la psicóloga Juana Gomez Olivera: “La hija que ha sido ‘bien mirada’ y valorada por su padre, probablemente tendrá un hombre que la mire de la misma manera.”
Querido papá, es de tu mano que tu hija conoce el mundo, dejando ese mundo interior de protección y cuidado de la madre para animarse a la aventura, al hacer, al ir más allá. Y es de tu mano que aprende a mirar el mundo con tus ojos: con fe en los demás, o con desconfianza, con fe en ella misma, o con desconfianza, o con fe en el porvenir, o con desconfianza. “Los valores y los códigos de cómo se vive una vida bien vivida, los da el padre y también es él quien le da sus raíces, su apellido, su identidad y su cultura a su hija”, agrega la psicóloga Juana Gomez Olivera.
Querido papá, tu hija va a expresar sus sentimientos si se siente escuchada por ti, va a buscar mejorar día a día si tiene ese ejemplo de ti, va a caminar viviendo la vida plenamente si le contagias esas ganas de vivir.
Querido papá, tu hija valora ante todo tu opinión (aunque no lo exprese o no lo transmita). Es por eso esencial que tu opinión venga siempre con palabras que den vida y no críticas que destruyan. Que sea con autoridad y sinceridad pero con tu amor incondicional siempre a la vista, demostrando que tu mayor deseo es su felicidad y crecimiento.
Querido papá, tu presencia desde el instante en que nace tu hija es fundamental. Tal vez no eres quien le das el alimento esencial a su cuerpo en los primeros meses, pero sí eres quien puede darle ese alimento al alma que solo puede brindar tu caricia, tu presencia y tu voz grave que dan seguridad y tranquilidad.
Querido papá, muchas veces tu practicidad y tu simpleza masculina puede salvar a tu hija de ahogarse en un vaso de agua de emociones, sentimientos y confusiones. Es sumamente necesario que compartas tu visión simple de las cosas y tu habilidad de darle a cada cosa la importancia que le corresponde.
Querido papá, si bien tu hija necesita un mensaje unido de parte tuya y de su mamá, ¡no necesita dos mamás, sino un papá y una mamá! Por eso sé fiel a ti mismo y regálate lo más posible a tu hija, que ella sabrá valorarlo y agradecértelo porque un papá para una hija es y será una parte de ella misma: ¡está en tus manos que sea una parte llena de amor y luz y gratitud!
Querido papá, vas a ser su primera imagen de cómo un hombre trata a una mujer, por eso sé cariñoso con su mamá, sé respetuoso, muy romántico, agradecido y atento con ella por ser quien es y por lo que hace por tu hija y familia (¡esto se los regalo a ustedes, mamás, que reenvían el artículo a sus maridos!).
Fuente: DISNEY BABBLE.
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