Sea cierta o no, la noción de reencarnar en este mundo abre las puertas a otros niveles de consciencia y nos libera en muchos sentidos. La idea de que depende de cómo nos comportemos en una vida serán las consecuencias de nuestros actos en la siguiente, además de las que vivimos en un mismo ciclo vital, abre en nosotros la perspectiva de hacer el bien para recibir el bien. No es lo mismo vivir pruebas difíciles con la consciencia de que son diseños perfectos de aprendizaje construidos por la sabiduría del alma de acuerdo a lo que no aprendió o quedó pendiente, a vivirlos a ciegas creyendo que son solamente castigos.
Abrirnos a la posibilidad de que todo efecto tiene una causa, un origen, que aunque desconozcamos, genera lo que los budistas llaman Karma como experiencias creadas por nuestras elecciones, nos regresa mucho poder personal para seguir aprendiendo y encendiendo la luz de la consciencia. Nos responsabiliza de la realidad que hemos creado para nosotros y para los demás, y construye la plataforma para que podamos salir de una espiral de inconsciencia donde si nos sentimos castigados, guardamos resentimiento, y seguimos sin corregirnos intentando llevar ese resentimiento hacia afuera.
De igual manera abre nuestra mente a un entendimiento mucho más profundo de que todo, siempre, tiene una razón de ser. Incluso lo que creemos más injusto y doloroso, la tiene. Esto no va a evitar el dolor, pero sí sembrará en el alma el aprendizaje que trae consigo, para poder avanzar. La inteligencia suprema no configura nada al azar, es una red infinitamente poderosa e indescriptible que organiza todo de manera perfecta para que sólo lo posible se realice.
Ninguno de nuestros pensamientos, palabras o acciones pasan desapercibidos, y son todos estos registros los que determinarán los escenarios, personajes, lugares, condiciones y circunstancias de nuestra vida.
Ante cualquier situación adversa son los actos de consciencia, amor y servicio los que frenarán el círculo vicioso creado, muy probablemente, desde otras existencias, y todo parte de la observación. Siempre ante cualquier circunstancia tendremos varios caminos de elección, y sólo uno es el que conduce al amor y a la verdad.
Si observamos cómo reaccionamos ante ciertas cosas o ante patrones que se repiten y repiten, encontraremos una puerta de salida a través de tan sólo descubrirlo y entonces actuar diferente, sembrar distinto, para que toda la cosecha sea de semillas dulces que podamos compartir con los demás como bondad, riqueza y luz.
Fuente: ANTONIOESQUINCA.COM
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