El que algún ser humano encarnado en la Tierra pueda pensar que Dios introducirá Su Perfección al tiempo que el individuo está constantemente generando y utilizando fuerzas negativas y destructivas, es algo completamente descabellado.
La fuerza constructiva es una forma de fuerza positiva, mientras que la fuerza destructiva no hace más que abrirle la puerta a otra fuerza destructiva distinta a la que uno ha generado para sí.
La fuerza destructiva es intensamente dinámica. La fuerza constructiva es siempre dinámica y mil veces más poderosa, ya que ése es su elemento natural y su actividad. Los Maestros Ascendidos nunca han considerado sensato hablar mucho de lo que ocurre a causa de la actividad destructiva del pensamiento, pero me parece que tú y tus estudiantes sinceros son lo suficientemente fuertes como para soportarlo, por lo que les diré lo siguiente: todos ustedes han visto las chispas doradas en el aire.
En un arranque de ira, resentimiento o condenación interna, el pensamiento reviste esa estructura atómica que rodea al individuo, y la naturaleza la impulsa hacia adelante con gran fuerza —afectando a personas que, sin saberlo, han dejado su puerta abierta, cargando las condiciones y cosas hasta un punto tal que ni se lo imaginan.
Esta fuerza generada sale, y si bien algunos fragmentos de ella podrán encontrar cabida en otra parte, su acumulación —mediante el moméntum— regresa y revolotea dentro de la atmósfera etérica de su creador.
Cuando la condición antes descrita se aplica a un individuo en particular, ¿acaso sorprende que las cosas le salgan mal? Es de esta manera cómo algún gran mal o crimen cometido en un lugar se registra allí con gran vivacidad y por eso individuos sensibles que llegan a dicho lugar a menudo sienten o ven —o ambos— la condición que allí quedó.
Fuente: YO SOY ESPIRITUAL.
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