¿Estamos estresando a nuestros hijos?

Los Niños son muy sencibles al Estrés.

Cada día son más los chicos que tienen una jornada de ocho a diez horas entre la escuela y las actividades que realizan después. ¿Estamos haciendo lo correcto? ¿No será demasiado para su crecimiento?

A las 16.30 horas comienza la masiva salida de los chicos de los colegios. Y es fácil distinguir esa hora si uno camina por una gran ciudad, porque las calles se llenan de uniformes y guardapolvos, mochilas pesadas que los niños arrastran al tiempo que ríen entre ellos, mientras sus madres o padres charlan unos pasos más atrás. Y uno ya los ve con las frentes transpiradas, la ropa desarreglada y las caritas cansadas. Se levantaron a las siete de la mañana. Y ya es la hora de la merienda.

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¿Será el tiempo de llegar a casa, tomar la leche, mirar un rato de televisión y esperar la cena? Así era cuando nosotras éramos chiquitas, ¿no? Recuerdo los sándwiches de mermelada de mi abuela y los dibujitos animados de las 18. Ya no. Para la mayoría de ellos, es tiempo de merendar rápido, mientras cambian la mochila por el bolso de hockey, el de fútbol, los libros de inglés o la guitarra para ir a música o la pollerita de danza. En muchos casos, hacen más de una actividad en una sola tarde y, entonces, a la vuelta ya son más de las 20 horas y hay que ir corriendo a bañarse y cenar porque al otro día de nuevo hay que despertarse a las siete.

No hay dudas. Son numerosas las ventajas de estas clases de refuerzo o propuestas culturales y deportivas. Además de complementar la formación del niño, resultan un lugar ideal para socializar y en la mayoría de los casos para aprender o disfrutar una actividad que les gusta y con la que pueden desarrollar sus aptitudes.

Pero hay algunas realidades que acompañan a estos beneficios. Por un lado, cuantas más actividades hagan, menos tiempo libre y de descanso tendrán y menos podrán compartir con su familia. Por otro lado, cuando todo este combo se convierte en una continuidad diaria del horario lectivo, se obliga al niño a seguir una jornada excesiva, llevándolo a una situación que puede ser estresante.

Y entonces surge la pregunta polémica que titula esta nota, ¿estamos estresando a nuestros propios hijos? Con todos los daños que genera una situación de estrés, ¿los estamos exponiendo a eso? Yo no voy a responderla, porque cada uno debe mirar a sus pequeños, hablar con ellos, observar su nivel de cansancio cuando termina el día o cuando llega el fin de semana. Quizás hasta sea necesario hablar con su pediatra y luego sentarse con ellos y conversar sobre qué quieren hacer con su día. No olvidemos nunca que una de las cosas más importantes de la crianza es aprender a escuchar a nuestros chicos.

Niños, educación

Fuente: DISNEY BABBLE

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