La esclavitud emocional es algo mucho más común y complejo de lo que nos atrevemos a reconocer. Vivimos sometidos a los demás o a nuestros sentimientos, pues nos intentamos convencer de que el amor necesita del sacrificio.
Cuando nos percatamos de esto algo se rompe en nuestro interior sentimos como si una ola de negrura se abalanzase sobre nosotros y nos ahogara. Esto nos hace tener la sensación de estar inmersos en un océano de dependencia y de incertidumbre que bloquea nuestra capacidad de reacción.
Sin embargo, este es un primer y necesario paso, a partir del cual llega el momento de dejar en libertad lo que atábamos y lo que nos ata, pudiendo recomponer nuestros pedazos y volviendo a montar nuestra vida.
No obstante, en ese momento es natural no sentirnos capaces de avanzar ni de ir más allá, por lo que podemos sentir un bloqueo lleno de incertidumbre que nos somete.
La esclavitud emocional
Lo cierto es que la única manera de ser feliz con alguien es comprender que nosotros somos nuestros únicos dueños. Por eso, es indispensable trabajar con la comodidad de estar solo y poder mantener un diálogo interno saludable.
De esta manera, la compañía se convertiría en elección y no en necesidad, ya que entonces nuestros pensamientos ya no serían en términos de “te necesito en mi vida”, sino de “te prefiero en mi vida”.
El amor no se basa en el sacrificio, sino en la paz y en la libertad de quien se ama a sí mismo. Atender a estos sentimientos y necesidades de posesión nos ayudará a frenar las ideas de sometimiento y dependencia que tan normales vemos y con las que convivimos a diario.
Eliminar las expectativas, la clave de la liberación emocional
Nuestra libertad emocional comienza cuando empezamos a comprender quiénes somos y de qué somos capaces sin la ayuda o el apoyo de nadie. O sea, la única manera de alcanzarla y poder vivir con plenitud es deshacernos de nuestras cuerdas y mirar hacia adelante.
El objetivo es no tener esa sensación de poseer o de que nos posean. Nadie pertenece a nadie y, si no entendemos eso, viviremos mermados toda nuestra vida.
Dejamos de ser dueños de nuestro destino en cuanto dependemos de la alabanza, del cariño o de la atención de otra persona. Visto así no es un panorama muy alentador, por eso debemos evitar vivir al lado de la esclavitud.
En definitiva, nuestra autoconfianza y nuestra autoestima son las herramientas ideales para respetarnos y decir adiós a los apegos insanos e innecesarios, pues ayudarán a crear un mundo más acogedor y saludable.
Fuente: RINCON DEL TIBET.
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