A pesar de la obsesión de la ciencia convencional por estudiar separadamente la mente y el cuerpo, y su obstinación en negar las posibles influencias de los pensamientos sobre los procesos biológicos lo cierto es que las más recientes investigaciones científicas están terminando por dar la razón a quienes, intuitiva o empíricamente, evidenciaban la estrecha correlación existente y las infinitas posibilidades de la mente y el poder del pensamiento.
Los casos de curaciones espontáneas o de remisión de enfermedades graves sin uso de medicamentos ni terapias específicas suelen considerarse en Medicina meras anécdotas sin valor práctico ya que, al no poder comprender los mecanismos de acción que los producen, optan por ignorarlos. Sin embargo, las múltiples evidencias han llevado a algunos médicos de todo el mundo a experimentar en este campo y a realizar estudios estadísticos.
Es el caso de un experimento realizado recientemente en Inglaterra en el que se eligió aleatoriamente a tres grupos de estudiantes a cada uno de los cuales se les midió su masa muscular. Al primer grupo se le pidió que realizara diariamente una hora de prácticas gimnásticas encaminadas al incremento de su actual masa muscular. Al segundo, que durante 20 minutos y dos veces al día, imaginaran o pensaran que sus músculos aumentaban de tamaño sin tener que hacer ningún ejercicio físico especial para ello. En cuanto a los miembros del tercer grupo –que servía de “testigo”- se les dijo que siguieran llevando su vida normal.
Pues bien, al cabo de un mes se volvió a medir la masa muscular de cada uno de los participantes en el experimento constatando que los del tercer grupo seguían teniendo una masa muscular similar a la de la primera medición; mientras, los del primer grupo -que habían realizado continuas sesiones gimnásticas- habían incrementado en un 30% de media su masa muscular. Y, para sorpresa de todos, los del segundo grupo -que tan sólo pensaron en que sus músculos crecieran- evidenciaron ¡un aumento medio del 16% de su masa muscular!
Una evidencia así no deja lugar a dudas por lo que, lógicamente, surgen varias preguntas: ¿cómo es posible que se produzcan tales fenómenos?, ¿puede todo el mundo obtener resultados similares?, ¿qué mecanismos se desencadenan para que ello se produzca?
Sabemos que las órdenes mentales del cerebro se ejecutan bioquímicamente a través de los neurotransmisores en un mecanismo que explica que se segreguen tanto las sustancias analgésicas –endorfinas- como los estimulantes naturales. Pero si es eso así, ¿por qué cuando intentamos calmar un dolor insoportable no solemos obtener resultados y terminamos recurriendo a un analgésico químico? ¿Será que la capacidad de controlar mentalmente nuestro organismo de forma voluntaria y consciente está sólo al alcance de algunos privilegiados?
El doctor Ángel Escudero Juan responde a esta cuestión con una rotunda afirmación: “La capacidad de controlar el dolor o de conseguir una analgesia psicológica está al alcance de todo el mundo como lo demuestran miles de operaciones quirúrgicas efectuadas sin anestesia química, utilizando anestesia psicológica inducida por el propio paciente bajo la orientación del médico”.
¿Quién es el doctor Ángel Escudero?
Mientras ejercía como becario en la Clínica Quirúrgica San Ignacio de Loyola. Posteriormente trabajó en el hospital Pasteur de Cherburgo (Francia), en el Sanatorio Antituberculoso de la Magdalena en Castellón y en el Hospital Pagés de Melilla.
Especializado en Cirugía General, en los años 70 se dedicó especialmente a la Flebología, siendo además fundador del Servicio de Angiología del Hospital San Juan de Dios de Valencia.
Sin embargo, lo relevante del Dr. Escudero es que se trata de un auténtico pionero en el uso de la anestesia psicológica, siendo el creador de la escuela de Noesiterapia o curación por el pensamiento. Algo que le ha llevado a ser mundialmente conocido ya que en la actualidad lleva practicadas cerca de un millar de intervenciones quirúrgicas con la “Psicoanalgesia Volitiva”, nombre con el que denomina su personal método de conseguir la anestesia psicológica. Aunque no es la única razón de su reconocimiento internacional (varias cadenas de televisión, incluida la BBC británica, le han dedicado reportajes): también se debe a su método de preparación psicológica de las mujeres embarazadas para parir sin dolor evitando así que tengan que usar anestesia química. La primera pregunta, pues, nos pareció obvia.
-¿Cómo consigue que las mujeres embarazadas durante el parto o las personas a las que opera quirúrgicamente no sufran dolor durante las intervenciones a las que las somete teniendo en cuenta que no las anestesia e, incluso, hablen tranquilamente con usted mientras tienen el cuerpo abierto?
–Enseñándolas y haciéndolas comprobar que es posible programar el cerebro con el pensamiento para que no decodifique los impulsos eléctricos que le lleguen desde la zona del cuerpo afectada por algún estímulo nocivo.
En mi opinión, el dolor es el resultado de un programa inadecuado -archivado en el cerebro humano a lo largo de la evolución de la especie- que no debería existir. El dolor, hoy, en el punto de evolución en que se encuentra nuestra especie, es un hecho, se sufre. Pero la experiencia de mis pacientes demuestra que eso puede ser cambiado. Lo que se ha perdido no es la capacidad de ser insensibles al dolor, lo que se ha perdido es la habilidad de usarla. Pero esto es algo reversible, como demuestran mis pacientes. Debería bastarnos el conocimiento de que existe una agresión para defendernos de ella, para poner en marcha los mecanismos de protección o reparación de cualquier daño. ¿De qué sirve, además, el sufrimiento? La mayoría de los seres vivos, desde los unicelulares, reconocen la agresión y ponen en marcha mecanismos para defenderse de ella sin sufrir el dolor como lo entiende y sufre el ser humano. ¿Qué puedo pensar al respecto cuando en una ocasión saqué del intestino delgado de un perro boxer una escobilla de 32 por 5 centímetros, sin anestésicos, sin atarle, sin ponerle siquiera un bozal…?
Puede así entender el empeño que tengo para que la Psicoanalgesia Volitiva se utilice en la maternidad. De hecho, tenemos una amplia experiencia en ese campo ya que el primer “noesibaby” (bebé nacido en parto sin dolor con anestesia psicológica y plena consciencia de la madre) cumplió 26 años el pasado día de San Valentín. Desde hace 26 años miles de niños han nacido con mi sistema. Y yo tengo la convicción de que al nacer con la ayuda de la anestesia psicológica no se sembró en ellos la semilla del miedo a los cambios de situación. Y como la vida es puro cambio, un buen parto y un buen nacimiento condicionan positivamente la vida del recién nacido. Al punto de que es algo que les permitirá luego ser más libres e inteligentes en su comportamiento porque no van a estar condicionados por el temor inconsciente a los cambios.
-Luego el dolor es controlable según usted…
-La experiencia de mis pacientes así lo demuestra. Pero hay un largo camino para desandar: el camino equivocado durante la evolución de nuestra especie. Y esa tarea debe empezar en la escuela primaria enseñando a los niños a usar adecuada y correctamente las mejores capacidades del cerebro humano.
Y que todo lo que le cuento es posible se puede comprobar cotidianamente en mis pacientes y en los de los médicos instruidos con mi método de Psicoanalgesia. E insisto en que nuestra experiencia es muy amplia -más de un cuarto de siglo ya- y está suficientemente comprobado que el cerebro obedece a ese “programa”. Y ¡ojo!: programa que no “ejecuta” el médico. Es el paciente quien lo hace; orientado, eso sí, por el médico, quien sólo le enseña cómo. En suma, eliminamos las sensaciones de dolor pero no el resto de percepciones. Así pues, las sensaciones de tacto, presión, frío o calor persisten; solo que al no haber dolor no hay sufrimiento.
-¿Y qué diferencia la Psicoanalgesia de la hipnosis o la sofrología?
-La Noesiterapia o curación por el pensamiento no tiene que ver con la hipnosis. Se trata de un conocimiento que los pacientes aprenden de forma sencilla y pueden luego usar cuando las circunstancias lo requieren. Conocimiento que pueden utilizar de forma consciente todos los seres humanos sin excepción, lo que no sucede con la hipnosis ya que sólo una pequeña proporción de personas son hipnotizables. Es más, las enseñanzas de la Noesiterapia se usan de manera consciente y voluntaria; de ahí el nombre de Psicoanalgesia Volitiva, porque es la voluntad del paciente quien la pone en marcha. En cambio, en la hipnosis nos hallamos ante un pobre 10% de personas muy sugestionables o hipnotizables y que es el hipnotizador el que les dirige, manipulándoles a nivel inconsciente; es decir, no es el paciente el que guía consciente y voluntariamente el proceso.
Pues bien, esa relajación es uno de los síntomas que acompañan a lo que he llamo Respuesta Biológica Positiva (RBP) y que se pone en marcha con cada pensamiento positivo, como el capaz de programar la psicoanalgesia en el cerebro. El conjunto de estos síntomas tienen el significado de un discreto predominio vagal de tipo muscarínico, altamente positivo para la salud y para la vida.
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