El Haiku es un poema breve inspirado en la emoción del momento, en el asombro y en nuestra conexión con la naturaleza. Se trata de una tradición japonesa donde poder desnudar el alma para favorecer la recuperación, para aunar coraje, resistencia y valentía. De hecho, dado su efecto catártico y liberador, estamos ante una herramienta psicológica, además de estética, de gran utilidad.
Hay quien dice que el cerebro es como un museo donde se extienden infinitas salas con imágenes distorsionadas. Encontrar sentido a lo que allí se expone no siempre es fácil. Por ello, en ocasiones nos puede ser de gran utilidad hacer uso de otras técnicas artísticas para captar los significados, hallar el orden en medio del caos y la calma en medio del ruido.
Esto mismo es lo que logran los haikus, poemas breves formados por tres versos de 5, 7 y 5 moras -sílabas – donde el objetivo es mirar lo universal con la mirada de un niño, trascender de lo ordinario a lo mágico y apagar el rumor del pensamiento obsesivo y rumiante, para quedar contenidos en la emoción del momento.
Para muchos, es casi como mirar el mundo a través de una gota de rocío, ahí donde quedar conectados a un momento concreto para asumir una perspectiva diferente, más intensa y mucho más luminosa.
Robert Epstein es un conocido escritor y psicólogo de la Universidad de Harvard. Gracias a libros como “The Sacred In Contemporary Haiku” o a muchos de sus artículos donde defiende los beneficios del uso del haiku en terapia sabemos, por ejemplo, que este tipo de escritura resulta muy útil en el tratamiento de las adicciones. De hecho, tal y como afirma el propio doctor Epstein, “un buen haiku hace maravillas en el alma cansada”.
Ahora bien, queda claro que no estamos ni mucho menos ante un tipo de tratamiento que por sí mismo pueda favorecer la completa recuperación o remisión de una adicción o de un proceso depresivo. Es una herramienta puntual y complementaria donde favorecer la conexión con nosotros mismos, y donde hallar a su vez ese espacio olvidado donde reside la esperanza, el sendero de la resiliencia y ese campo de bambú donde uno puede ser mucho más fuerte a la vez que flexible ante la adversidad.
Por otro lado, es común que se asocie a menudo la práctica del haiku con el mundo Zen. No obstante, cabe decir que es una práctica mucho más antigua. Si bien es cierto que esta filosofía se sirvió del haiku para difundirse en un momento dado, estamos ante un tipo de poesía mucho más antigua y lejana en el tiempo. Para la cultura nipona fue siempre ese canal de expresión y de liberación emocional para que el hombre o la mujer japonesa, al contemplar la calma de la naturaleza, encontrara un medio para dar forma y escape a su tristeza, a su anhelo o a su felicidad.
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