De las divinas enseñanzas expuestas por nuestra Madre y por Jesús también, que para llegar a Dios, es decir a la Pureza, Esencia Divina, un mismo espíritu tendrá que nacer muchas veces, que mejor será decir “RENACER” ya que el espíritu propio (no el inteligente que vino a encarnar, sino el que se forma del cuerpo) nace o se forma una sola vez, y por lo tanto, las demás veces que vuelve a tomar cuerpo, ya no es nacer sino RENACER.
El trascendente acto de RENACER muchas veces es ley Divina, para que la humanidad pueda llegar al excelso Padre.
Existen doctrinas y creencias religiosas que no admiten los múltiples nacimientos. Hoy son pocos quienes rechazan que es tan evidente.
Las enseñanzas de nuestra Madre María han venido a aclararnos las de Jesús, y son las que expongo a continuación.
Explicaba la Madre «Habéis oído la historia, Jesús se despide el jueves en la cena, el viernes lo entierran y el sábado aparece, son los TRES DÍAS de la Semana Santa. Qué alegría cuando lo ven nuevamente entre ellos. Y después les dijo: “Ahora tengo que ASCENDER, no me veréis, pero ya sabéis que no soy muerto. Vosotros tampoco moriréis, algún día cuando perfecto sea vuestro espíritu a mi lado os conservaré eternamente sin sufrir, con las dichas eternas del Universo”»
El eje de la doctrina está en la expresión “Cuando perfecto sea vuestro espíritu” por cuanto es evidente que esa perfección no pueda adquirirse sino mediante un proceso que no es otro que el adelanto del espíritu en los sufrimientos que debe padecer en distintos y numerosos cuerpos en la “amarga peregrinación de la vida terrenal, taller de la Perfección Espiritual.”
Y agregaba la Maestra “Hijos, ¿existe algún ser perfecto en el mundo? No, lo perfecto ya no desciende a la tierra, los necesita Dios para nuestra Providencia, los que necesitamos regenerarnos y perfeccionarnos somos los moradores de esta tierra.”
Dijo a propósito nuestra grandiosa Maestra “El espíritu humano, de inmundo que fue, llegará por la regeneración como la flor que viene del fango, a ser puro y limpio para unirse al Dios del Universo. Él no ha formado el espíritu para que luego se pierda. Ya sabéis que no pudo formarlo sino de las rústicas esencias que tenía, pero combinó y supo arreglar para que en las múltiples reencarnaciones vaya sacando la parte mala que contiene.
Vean hijos, no hay camino que no tenga que hacer ese trabajo (el que hacia Madre) para vuestra regeneración, es el último retoque de la perfección espiritual, y por eso recordaréis los antiguos que decían: Este es el trabajo de Jesús, y yo me llamo María. Trabajará el Nuevo Mesias y comenzará la NUEVA ERA DE LA VIDA.”
También nos enseñaba que si Dios ha sabido formarnos, “también sabe reformarnos” para componerse hay que descomponerse.
La descompostura en el cuerpo corresponde a la descompostura del espíritu, que es el que está enfermo. Ello significa sufrimiento.
Dichoso del que sabe el por qué del sufrimiento y sufre resignadamente. Por lo tanto, el sufrimiento es necesario para la regeneración del espíritu.
Se comprenderá que todo ese proceso (espiritual, pero reflejado en el cuerpo) no puede suceder en un solo cuerpo, no solo porque sería imposible de soportar, sino porque el pulimento requiere siglos: es el cumplimiento de otra divina ley: La Regeneración.
El sufrimiento pule nuestras imperfecciones, que equivale a afirmar que poco a poco va quitando la ignorancia de nuestros Espíritus y convierte en bueno lo que malo. Dios no ha formado el espíritu de la humanidad (su joya predilecta) para dejarla perder.
Todo lo que Dios ha formado desde el principio es eterno, no puede perderse jamás. El mal mismo se trocará bueno, inexorablemente, unos primeros, otros después, al fin, todos serán Dios.
Dice nuestra maestra “Hijos en cuerpo humano se formaron en el mundo y en cuerpo humano al mundo tienen que volver, imaginad que ambiente tenemos, somos peregrinos en el mundo, vamos y venimos a progresar.”
Reencarnar muchas veces, es el cumplimiento de la ley de la regeneración.
Es Salvación, entendiendo esto último como pulimento del espíritu para salvarse de la peregrinación amarga de la vida terrenal y lograr la dicha eterna del Universo, dice Madre “Hijos, de lo último que habéis sido (fango) llegaréis a lo Primero, Dios.”
“La inteligencia no se compra, debe hacerse, y para hacerse se necesitan muchos siglos, luego yendo y viniendo se irán aprendiendo todas las inteligencias del mundo.”
Si fijamos nuestra atención al distinto criterio de los seres, distintos grados de inteligencia, de bondad o de maldad, etc. encontraremos una infinita gradación de criterios, inteligencia, bondad, maldad y, en fin, de diferenciaciones que nos inclinan a admitir que no hay un ser que sea igual a otro.
¿Y en qué o dónde reside la diferenciación o la causa de ella? Dentro de una misma familia formada por padre, madre e hijos, que tienen una misma alimentación, la misma educación, el mismo ambiente, encontramos diferencias de unos a otros en criterio, bondad, inteligencia, etc. hay una causa que produce el efecto apuntado, y no es otra, que una escala verdaderamente infinita en el grado de perfeccionamiento, que los seres humanos van adquiriendo, a medida que sus espíritus van pasando por múltiples cuerpos.
Existen, pues, grados de progreso, que no se adquiere, sino gracias a las múltiples reencarnaciones mediante las cuales, se pasan pruebas o sufrimientos que impulsan el perfeccionamiento o pulimento espiritual.
En esa evolución (ley divina) existe un comienzo y un final: en el comienzo de la evolución del espíritu, hacia la perfección, predomina netamente la idea materialista o terrena: la inteligencia es insignificante o bien esos seres la emplean para lo mundano o la maldad; y luego poco a poco, en los distintos cuerpos, los sufrimientos que por su ignorancia va pasando, comienza a predominar la idea de la bondad, porque ha ido acumulando experiencia, ciencia, y, en fin, todo lo que el ser humano pasa y sufre en la práctica del libre albedrío.
La influencia de la materia haciéndose cada vez menos intensa, hasta quedar desprovisto de toda rusticidad: el espíritu, entonces es, cuando llega a su total perfeccionamiento, y ya es alma, según así nos enseñara la ilustre Maestra.
El motivo de la multiplicidad de encarnaciones es la expiación: “Tente, Pedro, que al que hierro mata a hierro muere”, “No lo hagas y no lo temas”, “Cada uno según sus obras”, “Nada se pierde.”
No hay nada más justo, ni más necesario, ni más celestial providencia, que la reencarnación, decía nuestra Madre que “Vamos y volvemos: una vez somos padre y otra vez somos hijos. Dios formó este orden. Por el amor viene la regeneración. El único lazo disoluble de la enemistad, es el lazo de la sangre.” Y nuestra Madre explicó: “Dios no quita el derecho de la regeneración a sus hijos malos: descenderemos tantas veces cuantas sean necesarias hasta la perfección del espíritu, así llegará a ser alma.”
Ya lo decía la grandiosa Maestra:
“Saber por qué se vive: por la perfección: Buenos sentimientos, buenas palabras, buenas obras, buenos hechos.”
Fuente: LA WEB DE PEDRO. COM
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