Cada vez que vemos o leemos un anuncio de un complejo vitamínico, sabemos que el final del mensaje es ‘mantenga los medicamentos fuera del alcance y de la vista de los niños’; el matiz ‘de la vista’ se introdujo cuando todos los padres sabían que no era buena idea que los comprados, jarabes o cápsulas estuvieran sobre la encimera o al lado de la jabonera del lavabo.
Hoy en día está aceptado que es mejor que los niños no sepan de la existencia de esos productos (más que por que vean a sus padres administrarlos o tomarlos, siempre bajo prescripción), porque si son pequeños pueden tener curiosidad por saber qué sabor tiene ese líquido de la botellita.
Un estudio descriptivo de episodios de intoxicación por medicamentos publicado por un grupo de trabajo de la Sociedad Española de Urgencias Pediátrica, reportaba 400 intoxicaciones en el período de octubre / 2008 a diciembre de 2011; o sea que sí que se producen visitas a los servicios hospitalarios de urgencias por esta causa.
Parece ser que la principal causa son las ingestiones accidentales, seguidas por errores de dosificación, y entre los medicamentos causantes con más frecuencia son antitérmicos, benzodiacepinas, anticatarrales, antiinflamatorios y antihistamínimos.
Querría dedicar este espacio a la prevención de accidentes de este tipo en niños, ofreciendo una serie de recomendaciones:
Más vale prevenir…
Un fármaco es un producto químico, y puede (por tanto) envenenar, simplemente por que la edad y el peso corporal de un niño no están preparados para dosificaciones de adulto (por ejemplo). A priori no existen medicamentos inocuos, si pensamos en los peques que hay por la casa.
Los fármacos mejor si están guardados en alto en armario con puerta opaca y (preferentemente) que cierre mediante llave.
Nunca deberíamos dejarlos en los cajones de la cocina o la sala, ni siquiera sobre la mesita de noche en la habitación de los padres.
Las medicinas no son caramelos ni chuches: no confundas a los peques cuando te vean tomarlas o para convencerles de que las tomen ellos.
Si te preguntan ‘por qué tomas tal o cual cosa’ sé sincero: es una actitud adecuada aceptar la prescripción hecha por un médico y consumir a las horas y en las cantidades que te recomiendan; si eres explícito también educas en consumo responsable.
Deshazte de medicamentos caducados o que no vas a volver a tomar (hay algunos tan específicos que aunque los guardes por 2 años no los volverías a necesitar). Utiliza para ello los contenedores en las farmacias, así no dañas el medio ambiente.
Prevé la sobredosificación administrando a tus hijos el medicamento en una estancia con buena iluminación, y utilizando la cucharilla o jeringa que viene en el envase.
Estos mensajes deben ser transmitidos a los abuelos, tíos o cuidadores que te ayudan con los niños; y cuando recibas visitas, si llevan alguna caja en el bolso, coloca éste en alto.
¡Tenemos un problema!
Imagina que tu hija o tu hijo se ha tragado 1 gr. de ibuprofeno, o una cortisona, lo primero que tienes que hacer es llamar al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses: 915620420, te atenderán a cualquier hora, y aconsejarán el procedimiento a seguir.
Recuerda por último deshacerte (lo he dicho, pero es importante) de aquellos fármacos que por haber caducado o estar en mal estado no debes tener en casa. Si están húmedos, se han resecado / fraccionado, o si ha cambiado el color u olor, no dudes en llevarlos para que los traten como residuos especiales (en muchas farmacias ni hay que entrar para encontrar el contenedor).
Fuente: BLOG INFANTIL.
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