Quique, un niño de 4 años, asistía a la guardería desde que tenía 10 meses. “Todos los días llora y ya no quiere ir al kínder”, decía su mamá angustiada y desesperada por la situación.
“No quiero ir a la escuela, los niños no juegan bonito” “no quiero ir a la escuela, tengo tos” no quiero no quiero no quiero…” “no me gusta juagar en el recreo, sólo quiero que vengas por mi”
Todos los días suplicaba de muchas maneras diferentes y, ni las maestras, ni la mamá sabían que hacer.
Lo que Quique estaba pidiendo a gritos era ser atendido y escuchado por su mamá.
Para muchos niños, el ir a la escuela puede ser una situación muy difícil de enfrentar. Para algunos la separación puede ser el problema, para otros, tiene que ver con un tema academico, emocional o de bullying. Cada caso es único, sin embargo, si te encuentras en una situación similar, es importante que estés muy atenta y enciendas tu percepción, tu intuición maternal y tu sexto sentido.
En este caso en particular, Quique decía mucho que quería que su mamá lo recogiera. Un día a la salida de la escuela no quizo ir al baño por miedo a que su mamá llegara justo en el momento en el que él fuera al baño, y como era de imaginarse, se acabo haciendo pipi.
Su mamá era su mayor referente de protección, y muy probablemente se sentía muy inseguro y con miedo en el colegio
Sea cual sea la causa de la resistencia, lo más importante es atenderla. La causa de su inseguridad se irá haciendo evidente, y para muchos niños esa resistencia es algo normal. Sin embargo, todo niño necesita saber que el adulto respeta y valida sus sentimientos. Acompañarlo ayudará a convertir su inseguridad y su miedo en confianza.
Para ello, aquí te dejamos un par de tips:
Brinda mensajes positivos: de comprensión, de amor, de protección, mensajes que le ofrezcan seguridad aún en la distancia.
Ofrece certeza: hazle saber que lo irás a recoger. Antes de dejarlo en el colegio, transmítele desde tu corazón que estarás ahí a la hora de la salida. “mamá te vendrá a buscar. Puedes estar bien tranquilo, vendré a buscarte, no lo dudes”.
Repite: cada mañana, mirándolo a los ojos y conectando con el desde tu corazón.
Para tu hijo este pequeño ritual será como su hombro invisible en el que se apoyará esas horas de colegio. Tu puedes ir transformando todas sus inseguridades, en mensajes de confianza y apoyo que le sirvan para superarlo.
Fuente: NIÑOS DE AHORA
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