Estamos guiando a nuestros hijos para que sean pensantes y cuestionen, pero algunas veces logran sacarnos de nuestras casillas en el proceso.
Hace unos días mientras le decía a mi hijo por enésima vez que se metiera bañar, me cuestionó por enésima vez el por qué él tenía que hacerlo si a él no le parecía. Normalmente suelo contar hasta 10 y explicarle las razones ya conocidas de los beneficios de la higiene diaria.
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Sin embargo, ese día me había cuestionado desde que se había levantado y me costó mucho trabajo el dominarme y no pedirle de manera grosera que se callara e hiciera las cosas porque lo decía yo.
Reflexionando un poco me doy cuenta lo poco que estamos preparados los padres para esta generación de niños libres pensadores que aunque tienen límites bien impuestos cuestionan cualquier cosa.
Me encanta criar a mis hijos con la libertad de cuestionar, de opinar y en cada momento les hablo de la importancia de hacer escuchar su voz. Sin embargo, creo que me está faltando el toque para que entiendan que hay ciertas reglas de oro que no se rompen porque la casa donde vivimos es de todos, pero la llevan mamá y papá.
Nos encanta creer en la democracia en la crianza, pero bajo mi punto de vista hay ciertos temas que no están bajo cuestionamiento y esa línea tan fina es difícil de establecer.
Debemos darles la oportunidad a nuestros hijos de cuestionar cualquier tema en la vida, pero también debemos dejarles muy claro que somos papá y mamá y que hay ciertos límites que no pueden cruzar.
Uno de mis mayores retos es tener una comunicación clara y abierta con mis hijos, de manera que puedan sentirse con la confianza de contarme lo que quieran sabiendo que juntos podemos encontrar la solución.
Sin embargo, quiero dejar bien establecido que somos mamá y papá y somos nosotros los que ponemos los límites en casa, límites que enseñaremos de manera amorosa y que en conjunto podemos establecer ciertas reglas que se pueden romper, pero las bases establecidas nunca.
Cuando cuestiono lo que estoy haciendo a veces siento que sería más fácil educar como solía hacerse, límites y reglas que eran incuestionables y no había manera de expresar tu opinión. Pero después me doy cuenta que ni siquiera a mí me criaron de esta manera y yo quiero que mis hijos crezcan con la oportunidad de expresar lo que sienten aunque yo tenga que aprender en el proceso como reaccionar y cuando hacerlo.
Fuente: DISNEY BABBLE.
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