Fuimos educados desde la idea que para corregir o moldear a un niño son necesarios los castigos y premios que motiven el buen comportamiento, en la actualidad sabemos que esto no es lo mejor.
Yo sé que a veces piensas que es muy fácil opinar viendo desde lejos la problemática, que todos hemos sido criados al modo antiguo y ha funcionado. Pero hay que ver de cerca, debajo de las apariencias las relaciones de nuestra infancia hacen que salgan problemas en la superficie que no relacionamos. Algunos ejemplos son el insomnio, un carácter explosivo o la baja autoestima, entre otros.
El parto respetado
Y ninguna madre queremos que los niños crezcan de este modo, queremos hijos fuertes y triunfadores. Para lograrlo tenemos que ayudarles y una de las formas de hacerlo es eliminar los premios y castigos. Los primeros pueden ser sencillos de eliminar, pero los segundos casi siempre cuesta más apartarlos de nuestras vidas.
Para dejar de castigar a nuestros hijos hacen falta pocas cosas, muchas de las cuales puse en práctica y quiero compartir contigo:
Desear hacerlo de verdad y estar convencida de los beneficios que aporta, querer es poder y solo logramos lo que verdaderamente deseamos. Esto es lo primero, sin ello es muy difícil cambiar el paradigma de que los niños deben ser castigados para moldear su conducta.
Evito las situaciones que promueven en los niños las cosas que nos hacen estallar, al darles tiempo de calidad cuando estamos a su lado o nos piden jugar con ellos debemos estar al 100 para ellos. Dejando de lado todos los distractores como celular, trabajo y los planes que tenemos en mente. Ellos se dan cuenta que al estar en su tiempo, estoy realmente presente.
Cuando siento que la crianza y los problemas diarios me sobrepasan y los niños no cooperan es fácil relajarme respirando conscientemente hasta que el enojo haya pasado. Meditar diario me ayuda a tener más claridad en mis pensamientos, ser más compasiva y que anímicamente me sienta relajada.
Comprender a tus hijos, ver cuál es el verdadero problema con ese comportamiento que detona tu frustración o temores, pues a veces educamos desde nuestros miedos sin saberlo.
Más que un castigo piensa en consecuencias lógicas y razonables, no se puede castigar a un niño por romper un plato al tropezar, un accidente no es motivo para molestarte. Más cuando la consecuencia sería solo limpiar o ayudarte a limpiar lo que queda del accidente pidiéndolo de una manera tranquila sin sonar a “Como tiraste mi plato ahora me tienes que ayudar” más bien “Vamos a levantar los pedazos y tirarlos para tomar otro plato, yo te ayudo”
Trata de seguir estos pasos, cada día si eres constante vas a hacer una diferencia para criar mejores seres humanos. Recuerda que tus niños requieren de tu amor y apoyo para crecer.
Fuente: DISNEY BABBLE.
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