Tengo amigas con hijas mujeres y en algunas circunstancias hemos comparado vivencias entre lo que significa ser madre de varones o de nenas. Si bien cada situación tiene sus ventajas y sus desventajas, en algunos momentos agradezco tener hijos varones y a continuación les cuento cuándo:

Ya no quiero buscar la aprobación de los demás.

Los varones no están cada cinco segundos sacándose selfies para publicarlas en Instagram.

Cuando se pelean, se dan un par de golpes y al rato están como si nada, sin resentimientos ni enroscándose durante horas sobre lo mismo.

Son sencillos a la hora de vestirse: una remera, un jean y unas zapatillas. ¡Nada más!
No hay problemas si sienten ganas de ir al baño en un lugar desolado, siempre hay un arbolito que cumple con esa función.

Cuando les compro ropa, no tienen demasiadas pretensiones ni se les ocurre estar cambiando la ropa porque ese modelo ya lo tiene un amigo.

Ellos con una pelota están felices de la vida. No necesitan “pijamadas de spa con amigas” ni “maquillaje para verse como mamá”.

No tengo el temor de las redes sociales de que suban fotos insinuantes, ya que no les llama la atención tener cuenta en ellas.

Gasto poco dinero en ropa. Si fuera por ellos, usarían siempre la misma.

Cuando juegan deportes de varones, su padre disfruta llevarlos y mientras tanto me permiten un momento de tranquilidad a solas.

La maternidad es maravillosa. Si bien ser madre de mujeres debe tener muchas cosas buenas, estoy feliz con lo que me tocó en suerte y orgullosa de ser madre de varones.

Fuente: DISNEY BABBLE.

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