¿Está bien lo que le aconsejamos a nuestros hijos?

Indenfitica si lo que enseñas a Tus Hijos es benefico y puede ayudar en su Desarrollo.

Todo lo que le decimos a los niños influye en su autoestima. ¿Pero cómo sabemos si influye para bien o para mal? Una experta en el tema nos ayuda a reconocerlo en tres situaciones cotidianas.

Una psicóloga del desarrollo especialista en niños y familia, Josefina Cassese, presenta tres situaciones en las que nos encontramos frecuentemente como mamás y en las cuales podemos acompañarlos de la manera más positiva o decir algo incorrecto, influenciando en la autoestima de nuestros hijos de la manera contraria a la deseada.

Sin culpas se disfruta más la maternidad

Situación 1. Frente a una emoción difícil de transitar.

Cuando a nuestro hijo le pasa algo triste, que lo enoja o lo frustra (si lo dejan afuera de un plan, lo tratan mal en el colegio o tiene celos de su hermanito recién nacido), solemos minimizar el significado pensando que si le sacamos importancia estamos ayudando a nuestro hijo a superarlo. En realidad, el gran desafío pasa por poder acompañar a nuestros hijos ayudándolos a habilitar esas emociones que está sintiendo en toda su gama. Para ayudarlos a sentirlas, expresarlas, vivirlas y aceptarlas.

Resulta mejor no decirle “ya está”, “ya pasó”, “no es nada” o “tienes que entender que estas cosas pasan”. Sí ayuda decirle “qué feo es cuando no te invitan o quieren pelear”, “a mí no me gustaría tampoco”, “entiendo cómo te sentís en este momento”. La idea es que comprenda que lo que piensa y siente es tan válido como lo que le sucede a un adulto, especialmente si ese adulto es su mamá y su papá, y no que crea que no se justifica sentir lo que siente.

“Es imprescindible que podamos acompañar a nuestros hijos en lo que sienten, que seamos empáticos con ellos aun cuando no los entendamos o no nos guste, como con las ganas de portarse mal o con lo divertido que es hacer lío”, explica Josefina Cassese. Luego de esta comprensión, viene el duelo de lo que no se puede hacer (golpear al hermanito que nació, por ejemplo) y los límites. “Límites lógicos, coherentes y en la medida de lo posible asociados a la acción que vienen a corregir: si rompió un juguete, repararlo. Si le pegó al hermano, pasar tiempo jugando juntos”.

Situación 2. Frente a un capricho por un paseo que se termina.

Muchas veces, después de llevarlo al cine, comer algo rico y jugar en el pelotero o de hacer cualquier plan divertido, cuando es la hora de irse tu hijo hace un escándalo porque se quiere quedar. Enseguida tendemos a exigirles que en lugar de un escándalo nos den las gracias y valoren lo que recibieron.

Es mejor evitar palabras como “después del día espectacular que tuvimos, del programa que hicimos, tendrías que estar feliz y agradecido conmigo en vez de estar llorando”. Con esto les estamos diciendo que lo que siente está mal y que en cambio tienen que sentirse como nosotros decimos. Le estamos enseñando a no escucharse a sí mismo y a seguir los deseos de sus padres. Entonces no va a registrar lo que le pasa a sí mismo, sino que va a buscar decodificar lo que le sucede en la expresión de nuestro rostro o en nuestras palabras.

Sí importa mucho explicarle la situación: “Es una lástima cuando algo tan divertido se termina, ¡ya lo sé! ¿Pero sabes qué? Ya es tarde y tenemos que volver”. De esta manera, fuimos empáticos con ellos (porque tampoco nos gusta cuando se terminan nuestras vacaciones), pero aceptamos el final, ponemos el límite y acto seguido nos ocupamos de que se cumpla: si es necesario, lo alzamos y nos lo llevamos.

Situación 3. Frente a una acción que merece un reto o un límite.

Otro aspecto importante en la crianza de los hijos es hablar en singular y particular, para no definir a nuestros hijos por sus acciones sino para definir a las acciones por sí mismas como algo positivo o negativo.

Es mejor no decirle “eres un desordenado”, “eres malo”, “eres egoísta”, “eres peleador”, entre otras frases. Ayuda decirle: “tu cuarto está desordenado”, “eso que hiciste estuvo mal”, “no prestarle tu juguete a tu hermano es egoísta”, “peleaste con tu amigo y eso no está bien”.

Si no lo hacemos así, constantemente está en juego su autoestima, su propia definición y no la de la acción concreta que hicieron. Y con cada una de esas definiciones negativas que hacemos de ellos, les plantamos una duda: “con cada reto, ¿mamá me quiere un poco menos porque SOY desordenado, malo, distraído o peleo?”.

Los hijos son el reflejo de lo que nosotros les trasmitimos. Si decimos que son algo, van a tener la certeza de que lo son. Ellos toman nuestras palabras con un sentido literal. Y que son desordenados, malos, peleadores, distraídos o egoístas está lejos de lo que creemos de ellos y de lo que queremos que crean de sí mismos.

Fuente: DISNEY BABBLE.

Ver Más Aquí:

Las 4 Llaves para Lograr una Vida Plena

Inscríbete GRATIS al video taller que te ayudará a lograr plenitud y sabiduría interior. Ingresa tus datos en el Formulario y recibe ACCESO INSTANTANEO.

optin-abajo-CRIS

. REGISTRADO! Te enviamos un EMAIL con los videos, Revisa tu casilla AHORA!

Leave a Reply


formulario-sidebar

Síguenos en las Redes!

optin-abajo-CRIS

Las 4 Llaves para Lograr una Vida Plena

Inscríbete GRATIS al video taller que te ayudará a lobrar plenitud y sabiduría interior

. REGISTRADO! Te enviamos un EMAIL con los videos, Revisa tu casilla AHORA!