Utilizar las redes sociales de modo saludable implica el no buscar la aprobación de tus contactos, ni tener la necesidad de que estos sepan lo que haces a cada momento.
El uso de las redes sociales forma ya parte de nuestras vidas. Somos muchos los que disponemos de perfiles en Facebook, Twitter, Instagram, etc, …
Son, sin duda, un mecanismo maravilloso con el cual compartir vivencias y pensamientos, y gracias al cual estamos al día en aquellas noticias que nos interesan y que nos hacen aprender.
Es como si el mundo entero estuviera de pronto al alcance de nuestra mano en un solo clic, y son ellas, las redes sociales, quienes más nos ayudan en esa finalidad tan básica en el ser humano: la comunicación y la interacción.
Ahora bien, como todo en la vida, cada objeto, espacio o mecanismo tendrá la función que cada uno queramos darle según nuestras necesidades, nuestra personalidad y motivación.
Los psicólogos nos explican a su vez que las redes sociales actúan como mecanismos de defensa para muchas de nuestras carencias, de nuestras necesidades, esas de las que muchas veces no somos conscientes y que proyectamos en estos espacios que van mucho más allá de la simple interacción social.
¿Cuántas personas conoces de tu círculo social acostumbradas a publicar sus estados de ánimo o sus relaciones afectivas en Facebook o Twitter, casi a cada momento? Hablemos hoy sobre los procesos psicológicos encubiertos en esta costumbre.
Hay un comentario muy popular que suele decirse sobre las redes sociales: “El mundo está lleno de muertos en vida y la mayoría se esconden en Facebook”.
¿Qué quiere decir esto? Internet sirve de herramienta a muchas personas para poner el ojo en la mirilla de los demás y aparentar tener una vida que, en realidad, no tienen.
Ahora bien, podríamos decir que gran parte de las personas que usan las redes sociales lo hacen de modo saludable porque, a su vez, disponen de estas características:
Nuestra vida, nuestra cotidianidad, ya no podría entenderse sin el apoyo diario de Internet. Es más que una herramienta de trabajo, podríamos decir también que nos hace la vida más fácil, que nos instruye y nos enriquece.
Ahora bien, hay personas que, sin llegar a ser dañinas u ofensivas, no utilizan de modo correcto las redes sociales.
Hay personas que necesitan publicar estados o fotografías en sus redes sociales por la necesidad natural de encontrar un refuerzo. Esos “likes” son mucho más que una opción en Facebook o un favorito en Twitter:
Seguro que te ha ocurrido alguna vez: te encuentras con alguien y te pregunta en tono irónico aquello de ¿Pero qué es de tu vida? ¡Ya no publicas nada en Facebook! Ante lo cual, solemos mirar con escepticismo a nuestro interlocutor y le decimos con tranquilidad: “Tengo una vida más allá de las redes sociales”.
Es decir, hay quien tiene la idea de que si no publica lo que hace o vive, es como si en realidad nada hubiera ocurrido.
Toda experiencia adquiere sentido en el momento en que aparece en el muro de Facebook y aparecen los likes y los comentarios. Es entonces cuando se siente aliviado, reconocido y tranquilo.
Evitemos este tipo de cosas. La vida es mucho más hermosa si salimos a vivirla, si la guardamos para nosotros mismos sin necesidad de exponerla a terceros.
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