Canalizado por Alicia Sánchez Montalbán
La luz y la sombra están aprendiendo a convivir. La sombra recuerda, poco a poco, que también es luz. La luz le ayuda a recordar, y debe hacerlo especialmente en los casos en que la sombra muestra su cara más cruel. Especialmente en esos momentos.
La integración no es sencilla. Sin embargo es el único camino en este momento. Sin ella, la unidad no es posible y queda sólo en una quimera: simples palabras que se pronuncian en vacío.
La unidad es necesaria para avanzar hacia una dimensión superior. Es un requisito imprescindible sin el cual ese viaje no puede producirse. Anhelar el paso a otra dimensión más elevada sin aceptar la integración es una incongruencia.
El corazón debe abrirse a la posibilidad de amar al oscuro, porque en él también está Dios, aunque el camino que haya elegido para manifestar su divinidad se aleje mucho de la luz.
¿Cómo ayudar a recordar al que se empeña en emitir dolor? Proyectando amor hacia él o hacia ella. Pronunciando las palabras sagradas en su presencia o en la distancia. Sustituyendo con ellas los pensamientos de crítica o juicio que afloren a la mente.
Las palabras sagradas poseen un gran poder y realmente transforman la energía del que las pronuncia, lo que le aleja de la influencia oscura del que proyecta dolor y rabia hacia él.
Las palabras sagradas no sólo elevan la vibración; también alimentan al alma y le dan fuerza para tomar el mando de la situación.
Cuando la mente reacciona ante el dolor infligido por otros causa más dolor en la persona que lo recibe. Cuando interviene el alma, a la persona le resulta mucho más fácil proyectar amor en medio de ese dolor: ser luz en la oscuridad. El objetivo por el que todos vinimos a la Tierra.
evolucionando espiritualmente
El alma está conectada con la divinidad. Cuando el alma se hace cargo de la situación, la divinidad actúa directamente en esta dimensión con toda su potencia. Entonces, la fuerza de la unidad se manifiesta en un solo ser y así, con todo el bagaje del amor, la persona resuelve el conflicto desde el corazón. Se ilumina un poco más y también ilumina el mundo desde su parcela de actuación.
Ése es el camino. Ésa es la senda. Proyectar amor es la respuesta. Somos absolutamente capaces de hacerlo. Desactivemos en nuestras mentes la creencia de que no podemos. Desterremos los pensamientos que nos sugieren que es muy difícil.
Es fácil. Es posible. Sólo tenemos que permitir que el alma se haga cargo de cualquier situación dolorosa y resolverla desde el corazón. Si no lo probamos nunca, sin rendirnos ante el envite del dolor, no podremos comprobar su efecto.
En cambio, si persistimos en el empeño de proyectar amor cuando más oscuro se vuelve el mundo, le daremos alas al alma para actuar y, entonces, las puertas del cielo se abrirán para nosotros. Pero no porque seamos buenos chicos y hayamos obtenido el premio, sino porque nosotros mismos las habremos abierto con la llave que todos, absolutamente todos, llevamos en el corazón.
Fuente: SENDERO ESPIRITUAL.
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