El momento Presente

 La actividad constante de la mente nos lleva a escenarios pasados y futuros que no existen, pero que al prestarles atención, aparece la ansiedad, la preocupación y el miedo que las sostiene a ambas.

La Mente, cuando está al servicio del ego, susurra que las cosas no están bien como están, que debo tomar decisiones que son muy importantes. Si no le hago caso, se vuelve abiertamente despiadada. El ego ya ni siquiera se esfuerza por aparentar ser mi amigo, mi aliado. O estoy con él o estoy contra él, cuando en el fondo él siempre está contra Mí.

Si sigo escuchándolo, las sensaciones de alarma en mi cuerpo siguen aumentando. Ya no estoy en el Presente. Estoy perdida en los laberintos de mi mente. Si busco salida desde ahí, nunca la encontraré, porque la única salida de él es reconocer que no existe. La prisión en la que creo encontrarme no es real. Sin embargo, mientras aun crea que el momento presente debería de ser de otra manera, voluntariamente me presto para ser encarcelada entre las rejas de lo ilusorio.

amanecer

La verdad es que puedo estar en Paz AHORA MISMO, porque Paz es lo que Soy. Pero veo que aun deseo el mundo, aun creo que hay algo ahí para mí. Una pareja, un trabajo, éxito… Aun queda rastro de creer que se me está quitando algo, que estoy sacrificando algo.

¿Qué debo hacer en ese caso?

NADA.

No se me exige nada. 

No se trata de soltar el mundo ya. Cada vez me doy más cuenta que antes tengo que mirar al ego. Al ser que Yo fabriqué como sustituto de Dios. Ese, en el que aparentemente me hallo escondida. El Hijo de Dios en carne y hueso. La perfección siendo imperfecta. La Verdad siendo Ilusión. Qué absurdo.

El camino es hacia dentro. Debo mirar cuánto dolor, odio y miedo tengo en Mi Mente y elegir de nuevo. No puedo elegir la paz si aun creo que hay algo mejor que la paz. Y si ahora estoy en conflicto, es porque aun no quiero soltar mi verdad, esa “verdad” que me hace daño, me limita y me ahoga cuando me regala ataques de ansiedad.

El camino es sencillo, pero no fácil. Nos da miedo el Amor. La Totalidad nos abruma y por eso preferimos fragmentarnos y experimentarnos como separados, y por tanto carentes y atemorizados. Para soltar esto, debemos de darnos cuenta del precio que pagamos por negar lo que Realmente Somos.

Y yo, un día, hace poco más de medio año, dudando de la existencia de Dios, del mundo y de mí misma, en un momento dado me rendí y, a pesar de que estaba exhausta de tanto llorar, dije en voz alta con determinación: “Si este es el camino, aquí estoy. Si tengo que mirar mis sombras, de aquí no me moveré. Me adentraré en ellas hasta que no quede ni una.”

Sigue sin ser fácil, el ego ya no se muestra como mi amigo y me tienta para atacar en cada momento, y sí, muchas veces caigo en su trampa. ¿Debo culparme por ello? A veces aun lo hago, y en esos momentos el ego ha ganado. Pero es ahí donde tengo que perdonarme, sabiendo que sigo siendo tal como Dios me creó, a Su Imagen y Semejanza, que es Perfecto Amor.

Escapar no es una opción.
No hay ningún lugar que se encuentre fuera de Mí.

Mientras tanto, me recuerdo de vez en cuando que por mucho que sienta a veces que me estoy muriendo, en realidad estoy recordando mi Ser Eterno, que no puede morir.

Desi Atanasova

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