Cuando escuchamos la palabra terremoto, inmediatamente se nos vienen a la mente imágenes de destrucción, muerte, dolor, sentimos muchísimo miedo, y no es para menos, un terremoto es solo una muestra del gran poder de nuestra Madre Tierra. Para muchos es una desgracia, un castigo, para otros el resultado de pruebas nucleares al interior de la tierra y para otros un fenómeno natural. Y justamente esta última percepción es la que mejor se adecua al tema del cual les voy a hablar en esta ocasión. Los terremotos como bien saben son el resultado de una serie de movimientos al interior de la tierra de las placas tectónicas que busca la liberación de energía en el curso de una reorganización brusca de materiales de la corteza terrestreal superar el estado de equilibrio mecánico. Siendo más concretos, la Tierra encuentra de este modo equilibrarse al interior, es un fenómeno completamente natural (salvo cuando están inducidos por la actividad humana).
En nuestro caso, pasa algo similar cuando nos enfermamos, nuestro cuerpo busca el equilibrio perdido. Sin embargo, un terremoto va mas allá de un fenómeno físico-natural, pues es también es una llamada de atención, es una oportunidad de cambio, de renovación, de evolución, es otra forma de despertar consciencias, es una invitación para abrir nuestro corazón y que no puede ser rechazada.